Un líder entiende que el poder de su voz nunca será tan grande como el poder de escuchar, porque liderar no se trata de hablar más fuerte ni de imponer con gritos, se trata de escuchar con atención, con empatía y con respeto a quienes forman parte del equipo, ya que cada colaborador tiene la facultad de expresar sus ideas, ofrecer opiniones y recomendaciones, mostrar su talento y brindar su experiencia que pueden marcar la diferencia en el crecimiento de una institución, y cuando un líder decide cerrar sus oídos, lo único que logra es cerrar también la puerta a la innovación y a la confianza, pero cuando un líder escucha de verdad, cuando mira a los ojos, cuando valida opiniones y cuando demuestra que cada voz cuenta, entonces el equipo florece, porque las personas se sienten valoradas, motivadas y dispuestas a dar lo mejor de sí, y esa es la esencia del liderazgo que transforma y genera.
Un líder no necesita imponer, sino inspirar, no requiere generar miedo, sino confianza, y el que entiende que escuchar es el acto más poderoso para construir relaciones sólidas y resultados extraordinarios, los grandes líderes que hablan menos y escuchan más, son aquellos que marcan la diferencia y se convierten en verdaderos líderes.
El verdadero liderazgo no se mide por los títulos, por una tarjeta de presentación ni por los metros cuadrados de una oficina privada, se mide por la huella que deja en su equipo y por saber utilizar el Poder de escuchar.
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