"Veo un México con hambre y sed de justicia"
Luis Donaldo Colosio
Segunda Parte
Y este hecho, lo tuvo siempre presente,
Luis Donaldo, por ello en su discurso externo: “Tenemos que aprovechar este
proceso para darle mayor fuerza a nuestra organización. Todos los priístas
tenemos una tarea que cumplir, todos tenemos una responsabilidad que asumir.
No queremos candidatos que, al ser
postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia, seamos
los propios priístas.
Asumimos todos estos compromisos de
reforma republicana, de reforma democrática y federal; de reforma de los
procedimientos y de su contexto; de reforma interna del PRI.
Y lo hacemos porque somos conscientes
que la sociedad mexicana ha cambiado y que demanda en consecuencia un cambio en
las prácticas políticas.”
Y esto que tanto comentó Luis Donaldo,
es lo que está pasando actualmente con sus representantes populares, quienes
los más sorprendidos son los propios priistas. Su labor se traduce en levanta
dedos y justificar una y otra vez, las anomalías y torpezas que sus propios militantes
cometen de manera reiterada y descarada.
Hoy no defienden a la nación, hoy no
defienden a la población, hoy no defienden a los trabajadores ni a los campesinos;
hoy defienden solo su propio interés personal que están dando al traste con una
gran Nación.
El Viejo PRI revolucionario se ha
transformado en un PRI empresarial y de intereses personales, donde solo las
migajas le corresponden a sus militantes y aliados.
Y el gran perdedor el Pueblo de México.
Luis Donaldo Colosio lo había anunciado en su propio discurso del 6 de marzo,
con estas palabras:
“Recuperemos nuestra iniciativa,
recuperemos nuestra fuerza, para representar las mejores causas, para ofrecer
los caminos de la paz, para responder ante las injusticias.
Recuperemos esos valores. Hagámoslo en
esta campaña. Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo
militante y afirmemos nuestra independencia del Gobierno.
Es la hora de un nuevo impulso
económico; es la hora de crecer sin perder la estabilidad financiera ni la
estabilidad de precios. La economía, más allá de las metas técnicas, tiene que
estar al servicio de los mexicanos.
Por eso, el nuevo crecimiento económico
tiene que ser distribuido con mayor equidad, con empleos crecientes, con
ingresos suficientes.
Que no nos quepa la menor duda: México
cerrará este siglo con una economía mucho más fuerte. Existen las condiciones
para hacerlo, la sociedad lo demanda.
La tarea del crecimiento con estabilidad
será de todos los mexicanos.
Es la hora de la confianza para todos,
la de traducir las buenas finanzas nacionales, en buenas finanzas familiares.
Es la hora de convertir la estabilidad
económica en mejores ingresos para el obrero, en mejores ingresos para el
campesino, para el ganadero o para el comerciante, para el empleado o para el
oficinista, para el artesano o el profesionista, para el intelectual y para las
maestras y los maestros de México.
Es la hora de los apoyos efectivos y del
impulso al esfuerzo que realizan las mujeres y los hombres al frente de micro,
pequeñas y medianas empresas. Que se les lleve a superar sus dificultades, que
se les apoye a ampliar sus negocios con mejores tecnologías para que sean más
competitivos en los mercados.
Es la hora del gran combate a la
desigualdad, es la hora de la superación de la pobreza extrema, es la hora de
la garantía para todos de educación, de salud, de vivienda digna. Esa es la
reforma social de la que hablé en Huejutla.
Es la hora de hacer justicia a nuestros
indígenas, de superar sus rezagos y sus carencias; de respetar su dignidad.
Como lo dije en San Pablo Guelatao, Oaxaca: es la hora de celebrar un nuevo
pacto del Estado mexicano con las comunidades indígenas.
Es la hora de nuevas oportunidades para
el campo de México, como lo comprometí en Anenecuilco, Morelos. Es la hora
de enfrentar con decisión y con firmeza la pobreza, y mejorar los niveles de
vida de los campesinos.
Es la hora de que el Artículo 27 de la
Constitución se exprese en bienestar, en justicia, en libertad para los hombres
del campo. Y es la hora de acabar para siempre con todo vestigio de latifundio;
es la hora de dar certidumbre al ejido, a las tierras comunales y a la pequeña
propiedad.
Es la hora de impulsar la reforma
agraria para nuestro tiempo. Es la hora de promover más y mejor inversión en el
campo; de alentar de manera mejor y más eficaz, con libertad, la participación
de los campesinos.
Es la hora de dar solución a los
problemas de la cartera vencida en el campo, del crédito escaso y caro.
Es la hora de asociar los esfuerzos de
los productores; es la hora de constituir más cajas de ahorro, más uniones de
crédito y de poner en marcha nuevos mecanismos de comercialización.
Es la hora de las regiones de México,
para aprovechar mejor los recursos, para aprovechar mejor la capacidad y el
talento de cada una de las comunidades del país, de cada ciudad de nuestro
país, de cada estado de la República.
Un desarrollo regional que abra las esperanzas
de cada rincón de México, que canalice recursos para mantener la
infraestructura carretera, ferroviaria, portuaria, hidráulica y energética.
Es la hora de garantizar plenamente la
conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro medio ambiente, de
nuestra ecología.
Es la hora de una educación nacionalista
y de calidad; es la hora de una educación para la competencia; es la hora de
nuestras escuelas, de nuestros tecnológicos; es la hora de la universidad
pública en México; es la hora de la gran infraestructura para la capacitación
de todos los mexicanos que quieran progresar.
La educación es nuestra más grande
batalla para el futuro. A ella destinaremos mayores recursos.
Es la hora de reformar el poder, de
construir un nuevo equilibrio en la vida de la República; es la hora del poder
del ciudadano. Es la hora de la democracia en México; es la hora de hacer de la
buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo,
para combatir los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades.
¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la
impunidad!
Es la hora de la Nación. Es la hora de
ser fuertes todos haciendo fuerte a México. Es la hora de reafirmar valores que
nos unen. Es la hora del cambio con rumbo seguro para garantizar paz y
tranquilidad a nuestros hijos.”
Sin embargo, estas palabras, este
discurso ha sido ignorado por los propios priistas, y los acontecimientos que
se observan en la Cámara de Diputados al ser omisos y avalar de manera plena la
impunidad sobre hechos vergonzosos como Ayotzinapan, nos indica que el Nuevo
PRI, es un partido en decadencia, que ha perdido la vergüenza, la dignidad y está
echando a la borda toda su historia y con ella las instituciones que emanaron
con el PRI – Gobierno en la década de los 50, 60 y 70`s.
El Nuevo PRI de hoy es una triste
caricatura del Viejo PRI, que construyo un México moderno, con instituciones al
servicio de la población. Lástima por los propios priistas y lastima por
México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario