Las campañas por la presidencia municipal en Ecatepec de Morelos, la Joya de la Corona del Estado de México, empieza a mostrar a los candidatos dos realidades diferentes, una de ellas estar arriba de los templetes, rodeados de un mosaico de gente que pronuncia su nombre y agitan banderas, cumpliendo su labor de apoyar al candidato. Y otra más distinta, al caminar por las calles, mercados, avenidas y tocando puertas a ras de piso, donde la indiferencia de los ciudadanos se ve interrumpido por la algarabía de su equipo de campaña.
En el primer caso, el abrigo de un escenario controlado, estructurado, fortalecido por un gran número de “lideres”, generan esa magia y esa sensación de gran apoyo y aceptación “incondicional” a un candidato.
Por lo que se refiere, al segundo caso, los candidatos se topan con su realidad, el verdadero rostro de su fragilidad ante un escenario común y cotidiano, donde las alabanzas, muestras de apoyo, se diluyen al ser uno más en el transitar de una colonia, un barrio, un mercado, un parque, un transporte público, un espacio social.
Hoy y en los próximos 30 días, los candidatos se convertirán en super héroes y en hombres o mujeres comunes en cada escenario en que se encuentren, hoy los candidatos probarán las mieles de victoria y el sabor amargo de la derrota, dependiendo de su actividad programada.
Si participan en un escenario controlado, sentirán ser el centro de atención y habrán de estrechar cientos de manos, saludar a un gran número de gentes, escuchar su nombre y palabras de aliento y ánimo, provocando que en su rostro aparezca una sonrisa y plena satisfacción por recibir ese respaldo “incondicional”.
Pero si se participa, en un escenario común a ras de piso y no controlado, los candidatos se darán cuenta, que habrá gente que ni los conoce, que los mira con indiferencia y desconfianza, que los señala, si son del partido o institución política diferente, conocerán de reclamos ante la falta de atención de las autoridades municipales y exigirán que intervengan, por lo menos para tratar de mediar y brindar una solución, sin poder solucionarlo ya que esta fuera de su alcance, no dispone de la autoridad, pero eso sí, si el voto les favorece a partir del 1 de enero del próximo año, se verá el asunto. Lo cual enmarca, que el solicitante pierda la esperanza de un asunto que requiere pronta acción, que es urgente que se intervenga, como lo es la distribución del agua por la red hidráulica, abrir el palacio y la explanada municipal, así como liberar su parque central secuestrada por comercios y ferias, que por mucho tiempo se han adueñado de los espacios comunes de la ciudadanía.
Conocerán temas como los parquímetros, que es más negocio que solución al problema de estacionamiento del primer cuadro municipal o de los franerelos que anteriormente, tenían tomados con sus cubetas, los espacios comunes.
Conocerán, las fugas de agua, el problema del huachicolero del agua, el cierre de las válvulas y el negocio oscuro que se realiza por el vital líquido. En su caminar constante, podrán conocer las deficiencias que existe en los servicios públicos municipales, de los baches que parecen cráteres en el pavimento, de las banquetas que son como olas donde no se puede transitar, ya que los vecinos, pusieron rampas de concreto para poder introducir su automóvil al garaje, provocando ese fenómeno que impide transitar libertad y prontitud.
Conocerán de la soberbia y el autoritarismo de los cuerpos de seguridad municipal, que, en vez de atender y cuidar a la población, realizan operativos que merman la confianza de la población, detenciones ilegales, el manejo a conveniencia del reglamento de tránsito y la gran alejania que existe con la comunidad y ciudadanía.
Conocerán que sus servidores públicos, son autoritarios, insensibles, poco solidarios y brindan soluciones inmorales no apegados a la norma.
Se percatarán que la labor que desempeñan los servidores públicos dentro del marco de las funciones que les confiere la administración pública municipal y sus cargos, se encuentra en la línea del marco de “ser muy celosos de su deber” o de “cumplir órdenes”, quedando fuera toda capacidad de criterio, negociación, acuerdos que permita soluciones que beneficie a la ciudadanía y la administración pública municipal.
Sin lugar a dudas, realizar campaña a ras de tierra, por parte de los candidatos, les brinda mayor información sobre el sentir ciudadano, sea positivo o negativo. Pero estar en un templete o mesa de honor en eventos controlados, solo puede escucharse monólogos del candidato, donde la opinión, recomendación y propuestas están prohibidas, so pena que su “líder”, les llame la atención por contradecir al candidato.
Ser superhéroes o gente común, es el dilema para quienes están en la política. Ser ciudadanos o ser espectador, es el dilema de la población.
Es así como, las campañas electorales puede ser el infierno o la gloria de los candidatos dependiendo en que espacio realice su labor política, en escenarios controlados o a ras de tierra.
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