Tal como lo marca la tradición política, llegara el momento en que inicie el proceso de declinación de partidos o candidatos hacia otra institución política; con el fin de sacar raja política a una derrota anticipada.
Sálvese el que pueda, primero candidatos y dirigentes de partidos políticos, que ocupen sus lugares en las balsas de salvamento, en cuanto a los militantes y simpatizantes, gloria a todos ellos por su gran sacrificio, ya no hay lugar en los botes salvavidas.
Sin lugar a dudas, este hecho, por demás desdeñable, se realiza por supervivencia política, dirán algunos, pero para otros es traición y falta de respeto a los militantes del partido que representan.
La figura de “declinación” no existe en la legislación electoral.
Cuando un candidato declina a favor de otro, lo que está haciendo es renunciar a la contienda, pero esto no representa legalmente una alianza formal con el partido o coalición por la que se muestra apoyo, pues en la ley, la fecha límite para el registro de coaliciones tiene sus tiempos legales.
Lo que sí se puede hacer es, según el artículo 241 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), es que si un candidato renuncia antes de 30 días naturales de la elección, el partido o coalición que lo postuló tiene la posibilidad de registrar a otra persona como candidato y garantizar que éste aparezca en la boleta.
Si la renuncia se presenta en fecha posterior, en la boleta electoral aparecerá el nombre del candidato que renunció y los votos obtenidos se destinarán al partido político en el cual se registró de acuerdo con artículo 267 de la misma ley.
No existe escenario en la ley vigente en el que declinar por otro candidato implique que los votos obtenidos por el aspirante que renuncia se transfieran al que obtuvo el apoyo; tampoco es posible transferir recursos públicos asignados para hacer campaña.
La declinación de un candidato a favor de otro sólo es de carácter mediático, no de transferencia automática de votos. No se puede esperar que el total de personas que apoyan al candidato que declina, voten por el candidato por el cual se declinó.
Lo mismos ocurre cuando un líder con bombos y platillos anuncia que se cambia de partido y que todos sus huestes, también lo harán. La verdad es que es una falacia, es política ficción, son puros cuentos, ya que en la actualidad el ciudadano toma sus propias decisiones y determina con plenitud lo que corresponda.
La ley electoral prevé la posibilidad de desistimiento de una candidatura. Si alguno de los candidatos decide renunciar o declinar, eso no significará que los votos emitidos por esa opción se transfieran a otra. Las coaliciones y partidos tienen oportunidad de presentar sustituciones, siempre que el caso de renuncia ocurra antes de 30 días de la jornada electoral. De darse ese caso, se trata de un acto político, no jurídico.
Y actualmente, diversos actores “políticos”, ya empezaron a declinar por otros candidatos, simplemente, su bandera, sus colores, sus principios, su identidad, lo echan al bote de la basura y muy campantes anuncian su “declinación”.
Es tiempo de declinaciones y traiciones.
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