miércoles, 6 de abril de 2016

Zapata Vive, en sus ideales y en su lucha, que es Tierra y Libertad.


Quién tenga la oportunidad de conocer el Cuartel General de Emiliano Zapata en San Pablo Oztotepec, Milpa Alta, sabrá a ciencia cierta, que ese lugar, es emblemático, ya que un hombre de convicciones, ideales y esperanzas, logro vislumbrar desde lo más alto de las montañas que desembocan a la capital de la República por la parte sur de la Ciudad de México, la importancia de su lucha, sus convicciones y sobre todo ideales por ofrecer a los más desprotegidos un pedazo de tierra para cultivar y comer, así como, una alternativa plena de libertad y esperanza para poder labrar un futuro prometedor que sea parte fundamental del desarrollo y crecimiento de México.
A más de cien años de que Emiliano Zapata estuviera en ese sitio histórico y diera a conocer su Manifiesto en Agosto de 1914, la situación que vive el Campo sigue siendo desolador.
Organizaciones y asociaciones que se han formado, generado, y se han constituido, pretendiendo abanderar los ideales del zapatismo y la lucha a favor del campo y de los propios campesinos; no alcanzan a comprender que la verdadera lucha y el estandarte que sigue siendo pieza fundamental del campesino no es el personaje como tal, sino el principio básico de esa gran batalla escenificada por un idealista, que es Tierra y Libertad.
Tierra para poder seguir disponiendo de un espacio para vivir, tierra que le permita al desposeído cultivar el producto de su esfuerzo cotidiano para poder alimentarse y subsistir.
Libertad de poder decidir qué tipo de cultivo generar, libertad que le permita ser parte integrante de una comunidad para decidir su futuro inmediato y de sus hijos. Libertad para proponer, libertad para  decidir, libertad para no depender como fue en aquellos años donde el campesino era esclavo de sus propias deudas, de sus propias deficiencias, de su propia historia de soledad y olvido.
Hoy nos topamos con movimientos que pretenden reivindicar el legado de ese caudillo del sur, pero no existe un proyecto real, palpable y sólido que en verdad se encamine a fortalecer y coadyuvar para que el principio de Tierra y Libertad se siga sosteniendo con plenitud y sea modelo pleno de desarrollo y crecimiento de una nación.
Como lo dio a conocer en 1914, Emiliano Zapata, en ese Cuartel General de Milpa Alta, “El campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación, y si se levantó en armas fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba; para adueñarse de la tierra que el hacendado, egoístamente guardaba para sí; para reivindicar su dignidad, que el negrero atropellaba inicuamente todos los días. Se lanzó a la revuelta no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad, un hogar dichoso y un porvenir de independencia y engrandecimiento”.
Y que razón tenía Zapata, que plasmaba en su manifiesto al Pueblo de México la verdad que existía en torno al campesino y el porque de la Revolución, de su levantamiento armado. El campesino tenía hambre, padecía miseria y sufría explotación.
Es así como a más de cien años de esas reveladoras palabras, su concepto sigue vigente
Y que decir en cuanto a las líneas escritas por Zapata plasmado en su manifiesto de ese mes de agosto de 1914, donde señala:  “la creación de poderosos intereses afines a la revolución y solidarios con ella, se llevará a feliz término si se restituye a los particulares y a las comunidades indígenas los terrenos de que han sido despojados por los latifundistas, y si este gran acto de justicia se completa, en obsequio de los que nada poseen ni han poseído, con el reparto proporcional de las tierras decomisadas a los cómplices de la dictadura o expropiadas a los propietarios perezosos que no quieren cultivar sus heredades. Así se dará satisfacción al hambre de tierras y al rabioso apetito de libertad que se dejan sentir de un confín a otro de la República, como respuesta formidable al salvajismo de los hacendados, quienes han mantenido en pleno siglo XX, y en el corazón de la libre América, un sistema de explotación que apenas soportarían los más infelices siervos de la edad europea.
El Plan de Ayala, que traduce y encarna los ideales del pueblo campesino da satisfacción a los dos términos del problema, pues a la vez que trata como se merecen a los jurados enemigos del pueblo, reduciéndolos a la impotencia y a la inocuidad por medio de la confiscación, establece en sus artículos 6° y 7° los dos grandes principios de la devolución de las tierras robadas (acto exigido, a la vez, por la justicia y la conveniencia).
Quitar al enemigo los medios de dañar, fue la sabia política de los reformadores del 57, cuando despojaron al clero de sus inmensos caudales, que sólo le servían para fraguar conspiraciones y mantener al país en perpetuo desorden con aquellos levantamientos militares que tan grande parecido tienen con el último cuartelazo, fruto, también, del acuerdo entre militares y reaccionarios.
Y en cuanto a la obra reconstructora de la revolución, o sea, la de crear un núcleo de intereses que sirvan de soporte a la nueva obra, esa fue la tarea de la revolución francesa, no igualada hasta hoy en fecundos resultados, puesto que ella repartió entre millares de humildes campesinos las vastas heredades de los nobles y de los clérigos, hasta conseguir que la multitud de los favorecidos se adhiriese con tal vigor a la obra revolucionaria que ni Napoleón, con todo y su genio, ni los Borbón, con su aristocrática intransigencia, lograron nunca desarraigarla del cuerpo y del alma de la nación francesa.”
Es así como una nación que pretenda seguir despojando de sus tierras a los campesinos y pretenda coartar las libertades, estarían condenados a que la historia una vez tenga que volverse a repetir de manera irremediable.
Hoy más que nunca, los seguidores de los ideales de Zapata deben proyectar sus acciones para evitar que la Tierra y la Libertad sean arrancadas a los campesinos, que existan mejores condiciones para que estos hombres y mujeres que se esfuerzan día tras día por generar el alimento que necesita la nación dispongan de los medios productivos adecuados y los recursos suficientes que les permita que su pequeña empresa logre sobrevivir ante los vaivenes económicos de una nación en crisis.
Hoy más que nunca, no sólo se debe salir a las calles para solicitar apoyos a favor de los campesinos, sino debe salirse a las calles para que nadie pretenda despojar las tierras y libertades de los campesinos que tienen derecho y están escritas en la carta magna de la nación.
Si en verdad, desean mantener el espíritu del Caudillo del Sur, no basta decir con plenitud de que ¡Zapata Vive!, es necesario que su legado y sus esperanzas sean considerados en cada acción que se manifieste, procurando que el campesino logre alcanzar su desarrollo y crecimiento pleno.
Requerimos un campo fuerte, en constante movimiento que le permita su desarrollo y modernización, requerimos que existan hombres y mujeres que crezcan en lo individual y en equipo, para generar proyectos productivos acordes a las necesidades de la nación.
Requerimos de un esfuerzo multidisciplinario, donde hombres y mujeres diseñen las acciones necesarias para que la Tierra y la Libertad, siga siendo el principio básico que permanezca en todo territorio nacional.
¡Zapata Vive! Y seguirá viviendo, siempre y cuando se mantenga con plenitud sus principios básicos de Tierra y Libertad.
Ese es el camino que debe seguirse y no pretender estirar la mano solicitando apoyos al Gobierno Federal, que en muchas de las veces no llegan a los hombres y mujeres del campo que realmente lo necesitan. Es indispensable que los apoyos no solo vengan del erario público, sino que las mismas comunidades contribuyan en defender a los hombres y mujeres que han logrado mantener las tierras productivas, que día tras día las mantienen en crecimiento a pesar de los grandes pesares de esos gobiernos insensibles que han provocado su abandono y desolación.

Si realmente deseamos mantener el legado de un hombre que fue capaz de agrupar una fuerza revolucionaria como lo hizo Zapata, es indispensable abanderar y seguir abanderando el postulado básico de Tierra y Libertad, sólo así podrán saber que ¡Zapata Vive!.

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