lunes, 25 de septiembre de 2017

La privatización de los partidos políticos es inminente al ceder su financiamiento público en harás de los damnificados, graso error de propios y extraños.

En menos de una semana, el sismo del 19 de septiembre ha puesto de rodillas a la clase política y los ha encaminado a un sendero de la Privatización, quién lo diría, ahora resulta que los arranques de histeria de los principales dirigentes partidistas han puesto a los partidos políticos en un escenario en donde el neoliberalismo los quería colocar, en su dependencia económica.
Lamentable para los políticos de izquierda que no entendieron el mensaje, de que estaban caminando en arenas movedizas y el sismo los coloco como nunca en una posición “magnánima” que traerá consecuencias inmediatas.
Jamás hay que dormirse en sus laureles, pero así lo hicieron, hoy por hoy, el PRI asume la posición de ir sin Financiamiento Público con una clara visión de que con ello, se debilita más y más al Estado y por ende se fortalece los intereses de quienes más tienen.
Para nadie es un secreto que una de las estrategias más significativas que ha sido implementada por el neoliberalismo y las reformas estructurales, ha sido el proceso de privatización, no solo de las empresas paraestatales industriales, comerciales y financieras, sino también de áreas como la infraestructura, es decir, carreteras, puertos, etcétera, y también de servicios como la educación, la salud o el suministro de agua, electricidad o telefonía y hasta la administración de penales o labores de policía.
En años recientes, el deteriorar la imagen de una institución pública hasta convertirlo en un grave problema social, ha dado lugar a que intereses privatizadores entren en escena como la única forma de mejorar, fortalecer y generar mejores resultados en cualquier ámbito de actuación.
Pemex, es un ejemplo claro, en donde inversionistas nacionales y extranjeros como políticos, han encontrado una mina de oro que el propio Estado ha cedido derivado a que funcionarios públicos vieron sus propios intereses y olvidaron los intereses de la nación.
Pero en este momento, el sismo del 19 de septiembre, impacta en la consciencia de los dirigentes partidistas y en arranques de estar en la escena política coloca a la política al borde de su privatización.
Los interese económicos internacional, en estos momentos se están frotando las manos, el terremoto político en México ha provocado el milagro de que ahora ellos serán el elemento básico para fomentar y promover a candidatos y por ende tener el control político y social del país con un Estado debilitado.
Veremos como sale de este enrollo el movimiento regeneración nacional que abre las puertas para que se privatice los partidos políticos, las persistentes campañas por el “adelgazamiento” del Estado, por la reducción del gasto público, y por el enaltecimiento de la eficacia de la empresa privada por encima de la administración pública, ha dado resultado. Y también por el elogio de los “candidatos ciudadanos” y el desprestigio de los políticos y de la política en general.
Les resulto a quienes promovieron el pretender donar el 100 por ciento de los financiamientos partidista, porque ahora no es cuestión de donar, sino ceder los recursos y con ello que la militancia, simpatizantes y ciudadanía carguen con el costo de la política y los políticos; lo cual, indudablemente, nadie lo hará, dejando el espacio para “donar” a los empresarios e intereses financieros privados.  
Por eso al escuchar los argumentos del PRI en materia de quietar el 100 por ciento de los financiamientos públicos a los partidos y de paso eliminar la figura de los diputados plurinominales, nos indica que ellos están listos con un grupo de inversionistas que habrán de apostar y participar para controlar el poder político.
Y cabe mencionar, a poco el número de diputados de 500 diputados es un número excesivo para una población de 123 millones de personas y una sociedad tan diversa y compleja como la mexicana, el problema no es el número es el sueldo excesivo.
La privatización de los partidos políticos, equivale la propuesta de eliminar o disminuir el financiamiento público, significa abrir paso a la plutocracia, a que los millonarios, y solo ellos, definan el destino del país, pues si el Estado no financia los partidos, estos tendrán que recurrir, como en Estados Unidos, a las aportaciones de los empresarios.
No podemos ignorar que los mismos políticos han contribuido con ahínco a su propio desprestigio, han sido los principales precursores de una pésima imagen, pero muchos de ellos han participado como simples empleados de empresarios o intereses económicos de poder, buscando desprestigiar a la política.
Por lo anterior, debe tenerse muy en cuenta, que no te den “gato” por “Liebre”, pero tal parece que se esta cayendo en el garlito.

Y quienes pretendan que los militantes, simpatizantes y ciudadanía de una institución política financien la actividad política de cada partido, se darán cuenta que no existe las condiciones adecuadas para ello y quienes estarán manejando y trayendo las carretadas de dinero para hacer esa labor serán los empresarios deseosos de que sus intereses estén en la agenda pública si desean financiamiento los partidos políticos a través de donaciones. Solo queda repensar y actuar de manera rápida, antes de que surja la frase socorrida de "Lastima Margarito".....   

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