En menos de una
semana, el sismo del 19 de septiembre ha puesto de rodillas a la clase política
y los ha encaminado a un sendero de la Privatización, quién lo diría, ahora
resulta que los arranques de histeria de los principales dirigentes partidistas
han puesto a los partidos políticos en un escenario en donde el neoliberalismo
los quería colocar, en su dependencia económica.
Lamentable para los
políticos de izquierda que no entendieron el mensaje, de que estaban caminando
en arenas movedizas y el sismo los coloco como nunca en una posición “magnánima”
que traerá consecuencias inmediatas.
Jamás hay que dormirse
en sus laureles, pero así lo hicieron, hoy por hoy, el PRI asume la posición de
ir sin Financiamiento Público con una clara visión de que con ello, se debilita
más y más al Estado y por ende se fortalece los intereses de quienes más
tienen.
Para nadie es un
secreto que una de las estrategias más significativas que ha sido implementada
por el neoliberalismo y las reformas estructurales, ha sido el
proceso de privatización, no solo de las empresas
paraestatales industriales,
comerciales y financieras, sino también de áreas como la infraestructura, es
decir, carreteras, puertos, etcétera, y también de servicios como la educación, la salud o el suministro de agua, electricidad o telefonía y
hasta la administración de penales o labores de policía.
En años recientes, el
deteriorar la imagen de una institución pública hasta convertirlo en un grave
problema social, ha dado lugar a que intereses privatizadores entren en escena
como la única forma de mejorar, fortalecer y generar mejores resultados en
cualquier ámbito de actuación.
Pemex, es un ejemplo
claro, en donde inversionistas nacionales y extranjeros como políticos, han
encontrado una mina de oro que el propio Estado ha cedido derivado a que
funcionarios públicos vieron sus propios intereses y olvidaron los intereses de la nación.
Pero en este momento,
el sismo del 19 de septiembre, impacta en la consciencia de los dirigentes
partidistas y en arranques de estar en la escena política coloca a la política
al borde de su privatización.
Los interese
económicos internacional, en estos momentos se están frotando las manos, el
terremoto político en México ha provocado el milagro de que ahora ellos serán
el elemento básico para fomentar y promover a candidatos y por ende tener el
control político y social del país con un Estado debilitado.
Veremos como sale de
este enrollo el movimiento regeneración nacional que abre las puertas para que
se privatice los partidos políticos, las persistentes campañas por el “adelgazamiento” del Estado, por la reducción del gasto público, y por el enaltecimiento de la eficacia de la empresa privada
por encima de la administración pública, ha dado resultado. Y también por el
elogio de los “candidatos ciudadanos” y el desprestigio de los políticos y de la política en
general.
Les resulto a quienes
promovieron el pretender donar el 100 por ciento de los financiamientos
partidista, porque ahora no es cuestión de donar, sino ceder los recursos y con
ello que la militancia, simpatizantes y ciudadanía carguen con el costo de la
política y los políticos; lo cual, indudablemente, nadie lo hará, dejando el
espacio para “donar” a los empresarios e intereses financieros privados.
Por eso al escuchar
los argumentos del PRI en materia de quietar el 100 por ciento de los
financiamientos públicos a los partidos y de paso eliminar la figura de los
diputados plurinominales, nos indica que ellos están listos con un grupo de
inversionistas que habrán de apostar y participar para controlar el poder
político.
Y cabe mencionar, a
poco el número de diputados de 500 diputados es un número excesivo para una población de 123 millones de
personas y una sociedad tan diversa y compleja como la mexicana, el problema no
es el número es el sueldo excesivo.
La privatización de
los partidos políticos, equivale la propuesta de eliminar o
disminuir el financiamiento público, significa abrir paso a la plutocracia, a
que los millonarios, y solo ellos, definan el destino del país, pues si el
Estado no financia los partidos, estos tendrán que recurrir, como en Estados Unidos, a las aportaciones de los empresarios.
No podemos ignorar que
los mismos políticos han contribuido con ahínco a su propio
desprestigio, han sido los principales precursores de una pésima imagen, pero
muchos de ellos han participado como simples empleados de empresarios o
intereses económicos de poder, buscando desprestigiar a la política.
Por lo anterior, debe
tenerse muy en cuenta, que no te den “gato” por “Liebre”, pero tal parece que
se esta cayendo en el garlito.
Y quienes pretendan
que los militantes, simpatizantes y ciudadanía de una institución política financien
la actividad política de cada partido, se darán cuenta que no existe las
condiciones adecuadas para ello y quienes estarán manejando y trayendo las carretadas de dinero para
hacer esa labor serán los empresarios deseosos de que sus intereses estén en la
agenda pública si desean financiamiento los partidos políticos a través de donaciones. Solo queda repensar y actuar de manera rápida, antes de que surja la frase socorrida de "Lastima Margarito".....
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