jueves, 20 de agosto de 2020

Más que dividir es fortalecer al Municipio de Ecatepec, es generar las condiciones necesarias para el desarrollo de una Reforma del Estado con visión municipalista y comunitario.

Para evitar la concentración del poder y combatir el más grave problema que afrontamos: la desigualdad económica y social de nuestros pueblos, es necesario avanzar en la descentralización de los poderes públicos y reconstruir la soberanía desde su base más elemental que es la ciudadana.
Sólo a través de la promoción del desarrollo local y el mejoramiento sustantivo de todas las comunidades, será posible derrumbar todo aquello que impide el desarrollo estructural de nuestras sociedades.
Hay que recordar, que la Constitución de Cádiz, promulgada el 19 de marzo de 1812, tuvo como principal incentivo, establecer la organización de los municipios como instancia básica de gobierno, así como una organización territorial y poblacional, evitando con ello, las regidurías perpetuas, pero lamentablemente, se permitió la figura de los jefes políticos como instancia intermedia entre los municipios y el Estado. Grave error, pero siendo realistas, fueron los primeros pasos por romper con una tendencia de dominación y estructura colonial.
Nueve años después, con el triunfo de la· Independencia del país en 1821, se reconoce la existencia de los ayuntamientos, quedando vigentes las disposiciones establecidas en la Constitución de Cádiz.
En la primera Constitución del país, el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 31 de enero de 1824 y la Constitución Federal de 4 de octubre de ese mismo año representaron un momento crucial en la historia constitucional y política de nuestro país. No sólo por su carácter fundacional, ya que se constituyo el primer ordenamiento de vigencia, positividad y observancia plena en todo el territorio nacional.
Una de las cuestiones fundamentales tratadas, debatidas y adoptadas en el seno del Congreso Constituyente, que dieron lugar a los documentos constitucionales, fue el federalismo.
En la constitución de 1824, no se abordo el tema de los municipios, permitiendo a los estados organizar sus gobiernos y administraciones, conforme a la normatividad de 1812. Ante tal circunstancia, los constituyentes de esa época se olvidaron de generar condiciones viables a la municipalidad, buscando en primera instancia el fortalecimiento del federalismo.  
En 1836, con la promulgación de las Siete Leyes Constitucionales, se consagró la elección popular de los ayuntamientos, fijando con ello la existencia de éstos dentro de un espacio geográfico definido. A pesar de su carácter centralista esta constitución buscó la desconcentración de funciones administrativas, otorgó atribuciones sociales a los ayuntamientos y se refirió a ellos como sujetos políticos.
Ya en 1843, el territorio nacional se dividió en departamentos, distritos, partidos y municipalidades, sin embargo, éstos últimos siguieron siendo ignorados.
En la Constitución de 1857, no obstante haber sido de corte federal, se ocupó poco de las disposiciones en materia municipal. Seguía prevaleciendo, el centralismo del estado, limitando con ello el desarrollo de los municipios.
Sin embargo, en la promulgación de la Constitución de 1917, casi un siglo después de la primera Constitución de un México independiente, el municipio libre en nuestro país adoptó una gran fortaleza y autonomía para la organización y administración local, lo que sin duda trajo consigo una mayor capacidad financiera y hacendaria para permitir a las autoridades municipales atender las demandas sociales.
A partir de ese momento, se estableció constitucionalmente las relaciones entre la Federación, Estados y Municipios, dándole a este último las competencias necesarias para la gestión, la forma de gobierno y los principios fundamentales que regirían a las entidades locales.
Como podrá apreciarse, todas las formas de organización política que se dieron en nuestro país a partir de la Independencia estuvieron basadas en el sometimiento de comunidades y en la supeditación jerárquica de las autoridades municipales y locales, en torno a los caudillos, ya sea a emperadores, jefes republicanos, dictadores o gobernantes populistas.
En México, el sistema federalista, ha sido notoriamente insuficiente para descentralizar el poder político y el desarrollo económico, frenando la capacidad de desarrollo del Municipio.
El desenvolvimiento de las capacidades comunitarias y municipales, continúan en dependencia de la supremacía política, administrativa y económica de los poderes de los estados de la Unión, manteniendo sometido el municipalismo y por ende a la comunidad.
El artículo 41 de la Constitución estipula que el pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión, en los casos de la competencia de éstos y por los de los estados, en lo que toca a sus regímenes interiores; sin hacer mención alguna a los municipios que son, de toda evidencia, el ámbito original del ejercicio de la soberanía popular.  
Si nos remitimos al Título V de nuestra constitución, este apartado se refiere a los Estados de la federación y de la Ciudad de México, excluyendo a los municipios. Solo el artículo 115 establece que los estados tendrán como base de su división territorial y de su organización política y administrativa, el municipio libre.
Esto es, que el régimen municipal está enmarcado y sujeto, por tanto, al régimen interno de los estados, y no, como sería deseable, que el municipio sea el poder político y un elemento imprescindible del sistema federativo del Estado-nación.
Si en la época actual, deseamos hablar de la transformación y del cambio verdadero, necesariamente, debemos encaminar nuestras baterías en implementar una reforma democrática del Estado, donde se aborde la expansión de las libertades municipales y el desarrollo local.
El federalismo actual, no genera las condiciones propicias para que la municipalidad se desarrolle y este tema debe abordarse con un debate amplio y reflexivo.
Debemos tener en cuenta, que los problemas cotidianos de la gente son demasiado inmediatos para que los pueda atender con eficacia un gobierno central, ya sea estatal o la propia federación.
Por lo anterior, es importante brindarle mayor autonomía política y de gestión a los espacios municipales y comunales, que les permita avanzar en su desarrollo y crecimiento, con visión de bienestar y progreso social.
Si deseamos una auténtica pluralidad, no solo entraña una dimensión cultural, sino que exige una base de sustentación política y económica, que a través del fortalecimiento municipal y comunal se pueda alcanzar.
Existe una tesis donde se establece que la autoridad más cercana puede abonar en la orientación de la construcción democrática del futuro y es precisamente el municipio, el que podría generar las mejores condiciones. Su fortalecimiento e impulso con bases sólidas, podría generar entre otras cosas el bienestar y progreso a favor de la ciudadanía.
Reducir la inmensa distancia que existe entre las autoridades nacionales y estatales con la población, debe ser el objetivo inmediato que debe explorarse si deseamos una transformación con justicia social.
Asimismo, existe la urgencia para reanudar la celebración periódica de Convenciones Nacionales Fiscales y Hacendarías con participación municipal y estatal, con la finalidad de establecer claramente las bases y delimitaciones de las facultades fiscales, así como la recaudación y posterior distribución compensatoria de los recursos. Esto daría viabilidad financiera a los municipios y generaría condiciones propicias que permita atender con prontitud las necesidades y requerimientos básicos de la población.
Establecer una nueva política de distribución de ingresos entre la Federación, las entidades federativas y los municipios tomando como base y criterio, las necesidades de cada demarcación política, sería un paso a seguir en esta Transformación con Cambio Verdadero. Considerando de igual forma, el tema del desarrollo regional en México, donde la regionalización se pueda dar de manera plena entre las entidades federativas y municipios, coadyuvando de manera conjunta a su desarrollo y crecimiento.
Es así, que más que dividir, es fortalecer, que más que olvidar es atender a los municipios y sus comunidades. Es preciso abordar el tema del Municipalismo de México y la Regionalización con Cambio Verdadero.  El debate no puede darse en el Congreso Local, se debe dar en los municipios y la comunidad.

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