El 1 de Julio de 2018, la ciudadanía deposito en las urnas
electorales, su confianza, su respaldo, sus anhelos e ilusiones para Trasformar
el país e iniciara el Renacimiento de México.
Ese fue el camino que la ciudadanía eligió de manera democrática
y consciente. A más de un año y medio de la nueva Administración Federal,
encabezado por el Lic. Andrés Manuel López Obrador, se debe afirmar que la
vigencia de nuestra vida institucional como cauce para la solución de nuestros
problemas, mantiene un paso firme a pesar de los pesares. Para quienes hemos
sido parte de esta gran cruzada de Transformación y Cambio Verdadero, es
nuestro compromiso: sin ambigüedades, sin doble discurso, sin titubeos, ni
medias tintas mantener la ruta que el pueblo de México eligió en el 2018, de
manera mayoritaria y contundente.
Durante los meses recientes, la población de México, ha
realizado un esfuerzo ejemplar, para enfrentar la pandemia que ha enlutado
hogares y ha generado un confinamiento social sin precedente, todos hemos
participado de una u otra manera, para contribuir en evitar que el coronavirus
se expanda y genere mayores afectaciones. Las medidas de emergencia sanitaria,
en cuanto a la higiene personal, la sana distancia y el quédate en casa, ha sido
atendida de manera importante por la población; la participación de los
diversos sectores de la economía, la clase empresarial y la ciudadanía en
general han hecho su parte de manera sobresaliente, lo cual debemos agradecer y
felicitar; sin embargo, también debemos estar conscientes que las afectaciones en
materia económica y social que ha generado la pandemia ha provocado la perdida
de miles de fuentes de empleo, así como una parálisis de la actividad
productiva y económica del país.
Todos estamos participado, enfrentando con voluntad y confianza
la emergencia sanitaria y económica. México, sigue de pie y se mantendrá de pie
de manera plena, ya que cuenta con el apoyo incondicional de su población y la
fortaleza de su economía. La transformación sigue en marcha en México y ello
contribuye a mantenernos firmes en esta batalla por la salud y la economía que enfrenta
el mundo.
Pero a pesar de todo, es tiempo en la construcción de mejores
bases para el crecimiento del país, es tiempo de proponernos nuevas metas.
Si en verdad pretendemos promover el crecimiento de nuestra
economía como medio para alcanzar el bienestar de la ciudadanía, este
crecimiento debe generar empleos y beneficios que puedan ser mejor
distribuidos.
Para lograr lo anterior, es necesario, la implementación de una Reforma
Social y Económica Sana.
Mayor inversión, estabilidad y ahorro, con estabilidad financiera,
no son sólo metas técnicas, son instrumentos necesarios para una auténtica
política social que dé certeza al esfuerzo de todos y que dé certeza al
esfuerzo de todos los mexicanos en todos y cada uno de los rincones de la
patria.
Que no se nos olvide: sin una mayor justicia, sin una mejor
distribución del ingreso, la economía se debilita y se cierra el camino al
crecimiento. Pero sin una economía fuerte, no hay política social ni eficiente
ni duradera. Lo que se ha logrado hasta ahora lo tenemos que poner al servicio
de los que menos tienen. Hoy, tenemos condiciones para hacer del crecimiento
una batalla decisiva contra la pobreza. Por eso, es que hay que caminar por una
gran reforma social y un nuevo, y decidido impulso al desarrollo de las regiones
del país. Debemos tener en cuenta, que hay pendientes en esta materia y las
acciones emprendidas en las últimas décadas, fueron incipientes.
El Gobierno de México cuenta con 30 proyectos y programas
prioritarios diseñados para apoyar a los más necesitados y reactivar la
economía nacional desde abajo y para todos.
Desatacan por su importancia los siguientes: Jóvenes
Construyendo el Futuro, Becas para el Bienestar Benito Juárez, Sembrando Vida,
Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, Pensión para el
Bienestar de las Personas con Discapacidad, Construcción de las 100
Universidades Públicas.
Asimismo, los proyectos de mayor relevancia son: Aeropuerto
General Felipe Ángeles, Construcción de la refinería de Dos Bocas, el corredor
ferroviario del istmo de Tehuantepec y el Tren Maya.
Los nuevos proyectos y programas pretenden llevar el bienestar a
todas las regiones del país.
Con responsabilidad, sin demagogias, sin paternalismos, sin
populismos, debemos alcanzar una nueva etapa de bienestar, y solo se podrá lograr
mediante acciones decididas, es tiempo de definiciones, sin medias tintas; a
través de un esfuerzo solidario, comprometido, en unidad y con trabajo, se
podrá asegurar a todos el acceso a mejores niveles de educación, cuidando de la
salud de nuestras familias y disponer de una vivienda digna y espacios públicos
y sociales acordes a las necesidades y requerimientos de la población.
Hay que avanzar con paso firme, en un nuevo impulso al
desarrollo de las regiones, de los municipios, de las comunidades. Quienes
hemos caminado por el territorio, sabemos a ciencia cierta que hay mucho por
hacer, existen rezagos, pendientes y promesas incumplidas. Los avances sociales
que se esperan debe superar, con eficiencia, las condiciones de pobreza,
desigualdad y falta de oportunidades. La crisis económica derivada del Covid
19, nos convoca a sumar esfuerzos y voluntades a un fin común, el bienestar y
progreso social. Los nuevos retos en torno al nuevo tratado comercial, nos
invita a participar plenamente en asegurar el desarrollo de las capacidades de
cada individuo, de cada mexicano.
Nuestro punto de partida tiene que ser necesariamente el
cumplimiento de los compromisos históricos consagrados en la Constitución, una
educación básica de calidad a la que todos los niños y nuestros jóvenes tengan
acceso; que los servicios médicos aseguren a todas las comunidades y las
familias; que la posibilidad de contar con una vivienda digna sea efectiva, que
nuestros espacios de convivencia social y comunitaria sean acordes a estos
nuevos tiempos de armonía y participación social.
Hay que seguir impulsando una reforma social fincada ante todo
en los valores, la ética, los principios y la democracia. ¿Qué significa esto?
Significa que tenemos que respetar, promover, alentar la participación de todas
nuestras comunidades, y que sean precisamente las comunidades, a través de la
participación democrática y solidaria, las que asuman las decisiones y las que
asuman las formas de organización que mejor se adapten a cada una de las
regiones.
Sólo así es como combatiremos el burocratismo, la ineficiencia,
el autoritarismo, el centralismo y la indiferencia. La actual administración,
esta contribuyendo con su parte, pero el elefante reumático sigue ahí, sin
desear moverse, sin desear caminar de manera plena para atender a quienes
buscan el apoyo y el respaldo gubernamental.
Hoy debemos cerrar el paso a quienes pretenden mantener al país
de rodillas, a los que bloquean las acciones de desarrollo y crecimiento en los
municipios y Estados, a los que pretenden seguir obteniendo privilegios a costa
de la pobreza de los demás, a los corruptos y a los que se convierten en cómplices
con sus silencio y omisión. Es necesario constituir una reforma social que
garantice las libertades y que reconozca, ante todo, la diversidad cultural y
la pluralidad de intereses de nuestras comunidades.
La tarea social, la política social ha dejado de ser un asunto
que sólo compete al gobierno resolver. Más que nunca, debemos aprovechar las
enormes capacidades de los individuos, de las familias y de las comunidades; de
las organizaciones no gubernamentales, de los empresarios, de las asociaciones
civiles tanto de servicio, como aquellas diversas instituciones que representan
a nuestra sociedad. Pero hay que tener cuidado, con aquellas que solo buscan
recursos y espacios políticos, sin hacer la labor que les corresponde.
Tampoco debemos ignorar y olvidar el esfuerzo de las
generaciones pasadas, quienes están llamados a promover el Relevo Generacional que permita una transacción armónica, amigable
y honesta con las nuevas generaciones que se suman en esta batalla de
transformación y cambio verdadero.
En la atención a los problemas de nuestra gente no podemos
admitir esfuerzos aislados, no podemos admitir esfuerzos dispersos, porque la
contribución de cada uno debe formar parte de un solo objetivo y de un solo
camino. Pero combatir la pobreza también nos obliga a voltear la mirada hacia
nuestras regiones, a nuestras comunidades, conocer los problemas mediante el
diálogo y la participación democrática de quienes hacen posible la vida
comunitaria cotidianamente.
Es preciso vincularnos al esfuerzo de mujeres y hombres, que día
a día participan con anhelo y esperanza en la transformación y el desarrollo de
nuestro país, todos de una u otra forma están contribuyendo en engrandecer a la
patria, hay que estimular sus iniciativas, propuestas, sugerencias y opiniones
y que todo se haga dentro de un marco de respeto y consideración.
Para combatir la pobreza, necesitamos también concentrar todos
nuestros esfuerzos en el desarrollo de nuestras regiones, es así como
lograremos una respuesta a cada propuesta, una solución que sea la más adecuada
para aprovechar las potencialidades de cada una de las localidades de México.
Debemos otorgarle a las regiones del país, los instrumentos
necesarios que les permita crecer y desarrollarse, con nuevas fórmulas de
concertación, cohesión e integridad, con una nueva actitud; es preciso dar los
pasos necesarios para promover un nuevo federalismo del bienestar.
Hay que devolverle a los Estados y Municipios su capacidad
política, pero también su capacidad financiera, así es como ellos podrán
resolver mejor los problemas de sus comunidades.
El compromiso debe ser claro y contundente, convocar a lo largo
y a lo ancho de nuestro país a todos los sectores sociales a participar en las
tareas propias del desarrollo nacional: mejores caminos, más electrificación,
más agua potable, mejor conservación de nuestros recursos naturales; mayor
inversión en el campo; promoción de las expresiones culturales propias de cada
rincón de nuestro país, proyectos productivos; más empleos para los mexicanos.
Que todo ello se logre sumando esfuerzos y voluntades.
Con una profunda reforma social y una nueva etapa de desarrollo
de nuestras regiones, caminemos juntos
para hacer del campo mexicano una tierra de oportunidades, de mayor justicia.
El campo de México, es un espacio que fue olvidado e ignorado, quienes
participan de manera significativa en esta loable labor, merecen una atención
prioritaria; el campo de México y las actividades de nuestros campesinos deben
tener el apoyo de mayores inversiones, de grandes esfuerzos productivos y la
atención solidaria de las grandes urbes. Los campesinos de México así lo exigen
y lo han exigido a través de décadas, no podemos seguir fallándoles ni esperar
más. Hay que dar respuesta a sus justos reclamos.
En cuanto a las comunidades indígenas, la actual administración
federal, ha puesto su atención de manera decidida para que participe en el
desarrollo del país, respetando siempre su cultura y sus tradiciones; sin
embargo, debemos seguir generando condiciones que permita su integración de
manera plena, sin que ello signifique que rompan con su propia identidad y sus
costumbres, al contrario, deseamos que esa identidad se fortalezca y sea
conocida y admirada por propios y extraños. Es así como debemos proponernos
responder a la deuda histórica de justicia que tenemos con los indígenas de
nuestra patria.
La grandeza de México, radica en la grandeza de sus regiones, en
la fuerza de sus Municipios, en las propias comunidades.
Por lo anterior, es Tiempo de un Nuevo Federalismo del Bienestar, que promueva e
impulse a las regiones y genere condiciones favorables a los Estados y
Municipios para que las comunidades puedan alcanzar niveles de bienestar y
progreso social acorde a la grandeza de nuestra nación. Si los tres niveles de
Gobierno logran sumar esfuerzos y voluntades, se podrá lograr avanzar de manera
significativa en su desarrollo, crecimiento y bienestar a favor del pueblo de
México.
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