jueves, 7 de mayo de 2020

Una oposición de ocurrencias y sin proyecto de nación, es una oposición moralmente derrotada.

Palos de ciego, ocurrencias y berrinches, son el reflejo de una oposición moralmente derrotada, perdidos en sus frustraciones y perdidas, invocando esos tiempos de bonanza, que día a día se alejan y se desvanecen ante el avance de la cuarta transformación.
Sin Proyecto de Nación y sin poder imaginar un nuevo modelo de desarrollo económico y social, que sea diferente y pueda atraer la atención de todos aquellos que le dieron la espalda en dos periodos presidenciales y que les permita tener la posibilidad de poder mantener gobernando en los espacios que aún mantienen con alfileres y están en riesgo de perder, incrementa más su desdén en torno a un pueblo sabio que no alcanza a comprender de la lucidez y brillantes de su clase política.
Más de lo mismo, lo mismo de siempre, son evocaciones de quienes un día fueron los todos poderosos de México y hoy maldicen a un pueblo que no los entiende, no les reconocen ni mucho menos les brinda un lugar en la gran historia de México. El duelo de la perdida, de esos privilegios, de esas libertades que gozaban y les permitía estar en los cuernos de la luna, embriagados por el néctar del poder, son las añoranzas de esa clase política y de sus comparsas, que un día sí y otro también, critican, descalifican, denuncian y cuestionan los vientos de cambio y transformación.
Su símbolo de su perfección es una estela de luz, el cual queda eclipsada ante la realidad que hoy atestiguan, hay ráfagas de cambio, de transformación, de modelo económico, de proyectos y acciones que surgen desde Palacio Nacional.
No habrá rescates a costilla del pueblo, no habrá endeudamiento público para salvar a empresas y cargar el costo a las nuevas generaciones de mexicanos, no habrá más privilegios, los empresarios que han logrado su éxito con sacrificio, esfuerzo y dedicación no requieren de apoyos gubernamentales, hay una clase empresarial que solo requiere de oportunidades para invertir y demostrar su capacidad para edificar grandes sueños. Esos empresarios en cualquier lugar y momento tienen las puertas abiertas para participar activamente.
Quién ama a México, no piensa en divisiones, renuncias o dimisiones, quién ama a México, solo piensa en estar al frente en las grandes batallas enfrentando con vehemencia y patriotismo la defensa de su nación y pueblo. Son los primeros que enfrentan el caos, la crisis, la emergencia que aflige a la población y de manera honorable y eficiente pone su mayor esfuerzo, destreza, conocimientos y vehemencia para vencer la adversidad y sacar a flote a toda una nación.
Quienes no aman a México, solo buscan salvarse asimismo, solo pretenden salir del conflicto evocando que son muy importantes para la nación y sin ellos no habrá desarrollo, crecimiento y modernización. Son los mismos de siempre que dividen, traicionan, denuncian y corrompen pretendiendo obtener privilegios, dádivas y recompensas. Sin importarles la nación, solo les importa la riqueza.
Una oposición sin proyecto de nación, sin el respaldo del pueblo, difícilmente podrá arribar a puerto seguro. Solamente representan una oposición moralmente derrotada, sin ilusiones, sin esperanzas y sin anhelos, temen al pueblo sabio y bueno, que lo ven como su enemigo y lo desprecian considerándolo inútil e improductivo, sin saber que solo el pueblo puede salvar al pueblo y solo el pueblo puede construir  y edifica una gran nación.

Por ello, el cambio verdadero requiere que ese pueblo sabio y bueno avance con paso firme construyendo, edificando, produciendo, diseñando y plasmando en su modernidad y progreso las enseñanzas de su historia y cultura. La participación de todos los sectores de manera integral y comprometida será la fortaleza ante la emergencia económica y de salud que hoy enfrentamos. Requerimos en estos momentos de una oposición que no este moralmente derrotada, sino una oposición que este activamente comprometida a la transformación y al Renacimiento de México.  

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