lunes, 11 de mayo de 2020

La Guerra sin cuartel entre Covid-19 y la humanidad.

Hace miles de millones de años, por un golpe de azar, una molécula llamada ADN aprendió a replicarse, el destino de nuestro planeta quedo marcado para siempre. La vida daba inicio y con ello se daba los primeros pasos a la historia de la evolución.
La Teoría de la Evolución es conocida por todos. Gracias a ella, podemos comprender los procesos a través de los cuales las criaturas vivas pasaron para poder tener la diversidad que conocemos en la actualidad.
De paso a paso y de salto a salto, la evolución de la vida fue abriendo brecha en su evolución y desarrollo, de lo primario a lo complejo, esa molécula a la que le costó una sinfín de ensayos aprender a copiarse a replicarse en forma eficiente, supo responder a todo peligro para sobrevivir ante cualquier ataque.
Los organismos biológicos que se multiplican, son su propio logro. A través de miles y millones de años, no importo las malas maneras para sobrevivir, las luchas sin cuartel, las guerras sin decoro, la conquista de manera brutal era el precio que se debe pagar para seguir evolucionando. Cada célula, cada virus o parásito en busca de su huésped cero, defendieron ese milagro de la materia inerte. Y lo siguen y seguirán haciendo mientras la vida este presente en este planeta.
El ADN y otras moléculas similares, día a día refinan sus estrategias para perpetuarse, viajando en vehículos microscópicos y macroscópicos. Han invadido el mar, la tierra, el aire, y hoy siguen sus constantes travesías y lo seguirán haciendo. Que le queda a la raza humana, responder con vigor a la amenaza y luchar con todo lo que tenga a su alcance, por que la sobrevivencia esta en juego.
Ese es el paso, incansable de la evolución, reinventarse día a día, generando con ello, mayores fortalezas que permiten a todo organismo biológico sobrevivir.
Hoy no podemos quedarnos como meros espectadores, viendo como se incrementa día a día el número de fallecidos, como estamos perdiendo la capacidad de la sensibilidad ante la muerte del prójimo, si las pérdidas humanas cercanas o lejanas fueran tan sólo una ilusión, una estadística, veríamos la pandemia de la Covid-19 como un evento más de la naturaleza, una pequeña muestra de las fragorosas batallas que se están librando y que no alcanzamos a comprender hasta que nos toca estar en la primera línea de confrontación.
Estar al margen, de esa encarnizada lucha, donde hombres y mujeres, jóvenes y adultos mayores, ricos y pobres, disputan cara a cara su supervivencia con un virus que desea expandirse y multiplicarse a toda costa, daría como resultado, el poder comprender que la pandemia no solo es una ilusión, es un hecho real que nadie puede ignorar y soslayar.
Sin lugar a dudas, lo que hoy estamos viendo, observando y siguiendo con mucha atención no es un simple reality show, en tiempo real. Es una confrontación, que día a día y minuto tras minuto se desarrolla entre Covid 19 y la propia humanidad por la sobrevivencia.
Para algunos, que se encuentran, como meros espectadores de esta batalla, les resulta aburrida y monótona, lo que acontece entre Covid 19 y la propia humanidad; sin embargo, si estuvieran en la primera línea, participando plenamente, colaborando y siendo parte de todo ese ejercito de personal médico que se encuentra al frente de batalla, sentiría la adrenalina correr a velocidad luz, por todo el cuerpo, manteniendo los sentidos en alerta, a la expectativa y redoblando las medidas de seguridad que permita que ese enemigo invasor no de el salto y mute  a otro organismo humano, el cual pretende conquistar y vencer. Es un enemigo invisible y mortal que busca la aniquilación y por ello no se debe bajar la guardia en esta confrontación.
Pero hay que tener en cuenta y reconocer, que un gran número de ciudadanos están librando otra batalla que también es por la sobrevivencia, y están dispuestos a salir a las calles y enfrentar el coronavirus cara a cara, con tal de poder disponer de los medios económicos que les permita llevar a su hogar el sustento y la alimentación para su familia. Estas batallas son honorables y no se puede ignorar.
Sin embargo, si la salud merma, todo lo demás estará en riesgo, hasta la propia supervivencia del clán o la familia.
Como se expresa en los medios científicos, estamos, sin lugar a dudas, presenciando la lucha encarnizada entre dos moléculas: una helicoidal y larga, otra circular y corta. Porque ese ácido ribonucleico (ARN) que se encuentra enrollado en el interior del núcleo del coronavirus que nos ataca, tiene el mismo mandato biológico que nuestro ADN que guardamos con celo. La lucha es por la sobrevivencia.
En esta cruenta batalla, nos encontramos sin la debida preparación para enfrentar a un enemigo que surgió de la noche a la mañana, espero el momento más indicado para atacar. La humanidad, a través de sus científicos multiplica esfuerzos y voluntades, con el fin de poder desarrollar una vacuna, que ponga fuera de combate a este virus, que ha logrado avanzar a través del mundo, generando muerte, miedo, dolor y un caos social, económico y político.   
En esta batalla total, la estrategia es fundamental, para contener el avance del enemigo y proteger a los más vulnerables, quienes sucumben derivado por otros factores adicionales que el propio virus aprovecha. La obesidad, la hipertensión y la diabetes. En esta batalla, el enemigo viene a llevarse a nuestra gente más sabia, más longeva, más vulnerable. Quiere arrancar a la gente que tiene experiencia y ha escrito su propia historia. Quiere arrebatarnos a quienes a lo largo de muchos años, han contribuido con cabalidad por su nación y país.
Mientras que los niños y jóvenes, salen bien librados de este virus. Los daños que se presenta son mínimos y la capacidad de recuperación es vital.
El Covid-19 al igual que la propia humanidad, buscamos sobrevivir. El coronavirus dentro de su coraza de proteínas, con su corona temible, se protege y desea multiplicarse y evolucionar. Nosotros, nosotros también.
La teoría de la evolución nos dice que el más fuerte y capaz, seguirá adelante y el más débil sucumbirá y será borrado de la faz del universo.
Somos una especie que hasta ahora hemos triunfado, la historia nos lo dice y recuerda, hemos vencido a las grandes plagas del pasado y pagado a través de la pérdida de millones de vidas humanas. La lucha ha sido sobrevivir y evolucionar, la propia naturaleza nos indica que ha llegado el momento de hacer cambios, transformaciones y no olvidarnos de nuestra fragilidad. El ser humano, debe estar listo para dar el salto y seguir avanzando sin que ello signifique atentar contra la propia naturaleza.


En esta guerra total, venceremos, que no quepa la menor duda, pero debemos salir fortalecidos y empeñados en construir un mundo mejor, para todos.

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