Sin lugar a dudas, no se puede juzgar a nadie sin antes
revisar su caso y esto debe ocurrir con los 44 fideicomisos, cada uno debe ser
revisado, analizado y cuantificado, si han cumplido de manera adecuada en
conformidad a sus objetivos y metas por los cuales fueron creados, deben
continuar, si son simplemente barriles sin fondo y no contribuyen de manera
clara y precisa, deben ser eliminados.
El Gobierno Federal debe aplicar los recursos en los
rubros que en verdad coadyuven con la población. Antes de iniciar el debate y
que propios y extraños suban a tribuna, debe existir toda la información
oportuna sobre cada fideicomiso y que ha hecho y dejado de hacer en el tiempo
en que ha venido funcionando. Que sus resultados sean lo que avale su
permanencia.
No queremos ni escenas dramáticas y espectaculares,
deseamos datos confiables y creíbles.
No deseamos que representantes populares, por desear
quedar bien con un grupo, asociación, organización o fundación, caiga en el
error de defender y sostener una posición insostenible. Requerimos limpiar la
casa, pero hay que hacerlo con excelencia y con mucha visión, primero somos
todos antes que posiciones particulares o de pequeños grupos.
Sin lugar a dudas, la bolsa que representa los
fideicomisos, es valiosa para muchos, significa 91,000 millones de pesos, de
acuerdo al polémico paquete de reformas —que modificaría 14 leyes y abrogaría
otra—, que extinguiría a 44 fideicomisos y establecería nuevas reglas para
cuatro fondos, entre ellos aquellos destinados para la Protección de Personas
Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas y el de Financiera Rural.
Que nadie pretenda, que las cosas sigan igual, debe
haber cambios y mejoras, es el momento de cambio de rumbo y esa fue la
exigencia de un país entero, aunque se resistan los agoreros del desastre.
Que nadie se ponga nervioso, ni se desgarre las
vestiduras, los fideicomisos deben ser revisados, evaluados y mejorados,
aquellos que no han cumplido sus expectativas deberán ser eliminados.
Esperamos que los legisladores asuman un papel
correcto en su actuar y proceder, legislar
con transparencia y legislar a favor de todos, no para unos cuantos, para
grupos, corrientes, tribus, asociaciones, fundaciones u organizaciones, esos
tiempos ya quedaron atrás y deben ser olvidados.
Hay que legislar a favor
de México.
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