El 20
de noviembre debe renovarse la dirigencia, en el mes de agosto se espera que se
de a conocer la convocatoria y se sabrá con mayor precisión los términos para
quienes habrán de participar.
Existe diferentes
aspirantes o suspirantes, que están de acuerdo de la necesidad de que el
proyecto de renovación del movimiento regeneración nacional se de por los
causes más adecuados y eficientes que permita no solo generar unidad,
confiabilidad y respeto; además, que incida favorablemente en la redefinición
del partido y su reorganización, logrando con ello su consolidación Rumbo al
2021 que será la Primera Batalla como partido en el poder.
La
militancia, el elemento fundamental del movimiento – partido, ha dejado en
claro que en esta renovación será inaceptable “tapados”, “dedazos” y la
“cargada” en torno a un aspirante o suspirante, esos tiempos no van con los
tiempos de morena y la base partidista estará muy atenta a que no exista ningún
espacio propicio para que esos modelos de imposición de candidatos se generen
en esta institución política joven.
Esperamos
que en la Cuarta Transformación surjan mecanismos más democráticos, confiables,
eficientes y sobre todo donde la militancia partidista sea quién en verdad
dirija los destinos de una institución y decida de manera libre por sus
representantes populares y dirigentes.
A
continuación abordamos de manera breve esa singularidad que en un pasado
inmediato se implemento, sus resultados fueron fatales y esperamos que no se
repita.
El “Tapado”
El
“Tapado” ha sido en la historia política reciente, una de las características
sobresalientes del sistema político mexicano de las últimas décadas.
Esta
expresión tan singular, se derivo a que el Presidente de la República escogía y
seleccionaba a su sucesor, pero para evitar que a este último lo debilitaran o
atacarán sus oponentes, lo protegía, lo ocultaba, lo “tapaba” hasta el momento
en que se hacía público su designación, hasta ese momento era señalado.
Este
modelo de designación, tenía como base la existencia de un partido hegemónico o
predominante en el cual los partidos de oposición —que eran débiles— no tenían
ninguna posibilidad de ganar la elección presidencial. El Partido
Revolucionario Institucional, lo empleo de manera concreta al inicio de su vida
institucional
Sin
lugar a dudas, quienes vivieron en carne propia este proceso de elección o
dedazo, saben a ciencia cierta a que nos referimos, pero los jóvenes quizá no
lo conozcan o han escuchado brevemente sobre tal modelo de selección llevada a
cabo por el PRI en sus momentos de gloria.
Otra de
las características o situaciones que se presentaba era que un gran número de
nombres se barajeaban con la intensión de que no se expusiera tan rápidamente a
las criticas, los ataques, el escrutinio de la gente al elegido.
Según
se sabe, los elementos fundamentales que tenía el “Tapado” por el cual era
tomado en cuenta por el Presidente de la República para su designación,
dependía de su situación política individual, de los votos de los secretarios
de Estado, los expresidentes, los líderes del Congreso federal, los
gobernadores de los estados y los más importantes generales del Ejército y
líderes de las organizaciones obreras y campesinas.
En
pocas palabras, la designación se hacía por parte de la elite política y
gubernamental.
Octavio
Paz, ilustre poeta y pensador, al respecto, señaló que el Presidente tenía la
atribución indisputada de designar a su sucesor, pero debía antes consultar con
los expresidentes y con los grandes jerarcas, quienes poseían el derecho de
veto, principalmente los primeros, respecto al candidato del Presidente, ya que
éste no debía provocar la oposición de las mencionadas personas.
Ese
sistema resultó nefasto para México, ya que un pequeño grupo decidía por
millones de mexicanos, por la militancia del PRI, sin consulta previa y si se
equivocaba su error era pagado por todo el país, quienes habían sido ajenos a
tal decisión.
El “Dedazo”
Esta
modalidad surgió en momentos donde el PRI empezó a experimentar fracturas por
la falta de democracia partidista.
Al
romperse el tabú de que los expresidentes de la República y los secretarios de
Estado participaban en el proceso de selección y eran parte del posible “elegido”,
el Presidente designaba libremente a su sucesor.
Varios
expresidentes en algún momento manifestaron o dieron a entender con toda
claridad que a posteriori de la decisión se habían percatado de que a quien
habían designado no era la persona indicada. Ese es el gran riesgo del “dedazo”,
ya que en gran medida muchos posibles candidatos, hacían circo, maroma y teatro,
con el único propósito de ganarse la voluntad del Presidente o sus más cercanos
colaboradores para que “dedo” lo favoreciera.
Toda
una teoría podría hacerse de los políticos cuya filosofía era —y aún es— la de
nadar “de muertito”, la de no hacer olas, la de dejar pasar, dejar hacer. Así,
en buena parte, se fueron acumulando y agrandando los problemas en el país.
Algo
parecido a lo que, actualmente, acontece en la vida pública de México, donde
los que estuvieron al frente de la responsabilidad de la nación y generaron los
problemas que se padece, ahora envían el mensaje que su administración todo era
de maravilla. Sin lugar a dudas, la hipocresía y el cinismo se acrecentaron en la
esfera del poder.
La “Cargada”.
Cuando
un candidato contiende con la venia del mandamás supremo, y gracias a dicha
anuencia se perfila desde mucho antes de los comicios como virtual ganador de
la elección, todo el apoyo y la devoción que recibe, así como el activo humano
que sobre él se vuelca, se denomina “la
cargada”.
La
cargada es el séquito que acompaña al aspirante desde que se anuncia su “destape”
(otro término para disertar después), es la porra acarreada.
La
cargada se le conoce el atributo de ser “cómica”, porque es ruidosa, torpe,
carente de coordinación y fingida. Simplemente, son grupos que apoyan de manera
simulada a un contendiente, pero cuando va perdiendo tienden a desaparecer y
evitar salir en la foto.
Quienes
participan en la cargada están obviamente al servicio de la campaña (como si en
verdad hiciera falta, como si se les viniera encima una real contienda
electoral), pero lo que realmente pretenden es que el candidato note su
presencia.
Y es
que es un valor entendido -y el acuerdo tácito con el monarca en ciernes- que
una vez coronado ha de conceder a los de su cargada algunas tierras, un título
nobiliario, una secretaría, una embajada, un modesto huesito o aunque sea un
contrato como proveedor. Es lo que motiva a que se sumen y salgan en la foto.
Este esquema,
nace en la política ficción del PRI, desde los relevos en la Presidencia de la
República, pero se replica en todas las demás elecciones de menor envergadura
en las que el Tricolor tenía influencia. Los primeros que están listos para
salir en la foto son aquellos que indudablemente les gusta estar de arribistas,
oportunistas, aludadores, en fin, son “lideres” de organizaciones,
corporaciones, representantes populares y demás linduras organizativas que solo
pretenden algún tipo de favor, no para los que dicen representar, sino para
ellos mismos y sus propias familias.
Ha sido
penoso que nuestro devenir político, en las décadas recientes haya sido marcado por fenómenos
francamente ridículos, pero más penoso aun si este corrupto modelo se pretenda
replicar en la Cuarta Transformación.
Como
podrán percatarse, la Cuarta Transformación debe evitar a toda costa que estos
modelos de hacer política y seleccionar candidatos siga prevaleciendo en la
vida pública del país. Hay que diseñar nuevas formulas, donde la democracia y
la participación de la militancia sea un factor de gran importancia en la
designación de su dirigencia, sus representantes populares y el Ejecutivo
Federal.
Asimismo,
debe tenerse en cuenta, que para evitar que estos modelos de antaño como el “Tapado”,
el “dedazo” y la “cargada”, se repliquen en morena, debe apostarse por las vías
que establece los estatutos, aunque para ser francos el modelo de “encuestas”, ha
sido muy critica por los aspirantes y la propia militancia, ya que por su forma
de aplicación y el segmento de población que es entrevistada o encuestada, deja
mucho que desea, sumando factores como falta de la metodología y transparencia.
Hay
otros mecanismos de selección, que vuelve locos a los oportunistas, arribistas
y trapecistas, es el modelo de la “tómbola”, aquí la suerte es un factor
esencial. Los candidatos podrán contar con la cargada, el dedazo y quizá haya
sido destapado por el mero mero, pero al entrar a la selección por la vía de la
tómbola, los resultados pueden ser muy distintos, del lugar uno puede quedar en
el último, o del lugar antepenúltimo, se logra sacar la posición uno, en fin
este modelo desanima a propios y extraños, ya que las posibilidades de cada
aspirante es la misma, ganar o perder.
En el
2015, muchos de aquellos “lideres” de renombre mordieron el polvo con este
mecanismo en morena, y un gran número como estampida optaron por cambiar de
siglas y colores en busca de un espacio de representación popular en otro
partido, fue precisamente bajo este método que se conoció con claridad quien
tenia identidad y portaba con orgullo la camiseta de morena.
Otro
factor que debe considerarse, es la formación política, existen críticas en
cuanto al perfil, preparación y capacitación de los elegidos. La verdad es que
es así, tal deficiencia en muchos casos se ha reflejado en el pobre actuar de
los representantes populares, que solo cumplen y participan de “muertito” en
sus obligaciones y responsabilidades cotidianas y sustantivas.
Por
ello, la importancia que todo aspirante al cargo de representación o dirigencia
partidista debe cumplir con un proceso de formación política, que sea acorde a
la responsabilidad que habrá de asumir. Y este proceso de formación debe
hacerse antes y no después del proceso de elección. Los estatutos así lo
señalan y juntando estas dos alternativas para que se apliquen en los
mecanismos de selección interna partidista generarían mejores condiciones de
participación y preparación.
En fin,
lo más importante es que en morena, debe evitar a toda costa que haya “tapado”,
“dedazo” o “cargada” y que la militancia sea la encargada de decidir quiénes
deben dirigir a esta institución política, que conozca con plenitud el proyecto
de reorganización, estructuración y fortalecimiento del movimiento regeneración
nacional, ya que será fundamental disponer de un partido fuerte, creativo, innovador
y sobre todo compacto para responder al reto de consolidar la Cuarta
Transformación, ya que la oposición bajo ninguna circunstancia, en estos
momentos, piensa y desea la Cuarta Transformación, su interés se encuentra en
que las cosas continúen igual y no exista cambios, modificaciones ni
transformaciones.
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