El aroma del recuerdo regresa con un buen café
Hace más de treinta años, un espacio
donde los estudiantes de diversas carreras acudían a consumir sus sagrados
alimentos, era el comedor y la cafetería de la UAM Xochimilco, un espacio donde
la convivencia y la armonía entre los amigos y no amigos reflejaban el sitio
ideal para tratar asuntos de interés de los propios estudiantes. Un espacio, en
donde conversaciones intimas entre dos enamorados estudiantes se observaba con
agrado, donde la armonía y la algarabía de un grupo de más de cinco
estudiantes, nos indicaba que era el espacio propicio para la convivencia entre
amigos y compañeros de aula, un espacio en donde estudiantes aprovechaban su
tranquilidad, por momentos, para poner su atención en la lectura, o para
discutir en grupo algún texto, artículo o tema que los docentes dejaban como
tarea para ser abordados en el aula escolar.
La Cafetería de la UAM Xochimilco,
también fue un espacio en donde un grupo entero tomaba por asalto las mesas para
convivir, sonreír, platicar, festejar o quizá programar alguna visita a un sitio
de interés común.
La Cafetería era el lugar propicio que
debía acudirse para aprovechar los minutos de receso entre una clase y otra,
adquiriendo su café y quizá un pan o consumir un pequeño refrigerio, en fin,
era el lugar donde los jóvenes estudiantes acudían con mayor presencia y
frecuencia.
También, fue el lugar preferido para
reflexionar, después de haber realizado un examen, donde los compañeros
intercambiaban opiniones y respuestas, de lo que contestaron en el mismo. Era
nuestro espacio de excelencia, donde podíamos expresarnos con plena libertad.
La Cafetería era el punto de reunión para
decidir a qué fiesta asistir o quizá el lugar propicio para hacer una
declaración de amor o transformar ese espacio para que fuera nuestra pista de
baile o nuestro espacio de lectura.
También fue, el espacio propicio para
nuestra exposición como futuros administradores, donde ofertábamos nuestros
productos en diversos stand, de acuerdo al éxito de nuestra pequeña empresa,
dependía nuestra calificación, eran nuestros inicios de pretender ser
emprendedores como ahora se denomina.
En fin, la Cafetería de la UAM
Xochimilco, fue en mi momento como estudiante, el espacio ideal para múltiples
actividades donde había libertad, encuentro y reencuentro con amigos,
compañeros e invitados especiales. Recuerdos mágicos que guardamos en la
memoria.
Y hace más de tres meses, aquí en
Ecatepec, en Santa Clara Coatitla, mi amiga y su servidor, requeríamos un
espacio privado para poder conversar, platicar, discernir, sobre temas particulares;
lo primero que se me ocurrió fue preguntar si en dicho lugar había una “cafetería”, donde se pudiera conversar
y saborear un buen café, en ningún momento cruzó por mi mente asistir a un bar,
una cantina, un restaurant o los llamados
Starbucks, Café Punta del Cielo, The Italian Coffee Company y Cielito
Querido Café, por citar algunos.
Sin embargo, mi amiga me mencionó que en
dicho lugar no había un lugar para tomar café, pero años atrás existió uno, que
era Café - Bar. Ante tal respuesta, le sugerir acudir a un lugar que nos quedara
cerca, y la mejor decisión fue acudir al Toks, logrando resolver en primera
instancia un espacio propicio para platicar y poder tomar una taza de café.
Pero a pesar de ello, quedo en mi mente por qué en Santa Clara Coatitla no
había un espacio propicio para poder convivir, conversar y saborear un buen
café, increíble, pero así fue.
Pero recientemente, he escuchado que en
Santa Clara Coatitla existió un espacio llamado El Juglar y que próximamente
estará de regreso, por lo que he investigado sobre ese sitio y he encontrado
cosas interesantes, y de acuerdo a la información disponible, en ese lugar existía
la combinación perfecta, el aroma del café y la poesía.
En ese espacio se daban cita artistas
plásticos y se podía escuchar las sonajas -escrituras musicales- y su melodía,
había exposiciones fotográficas, poesía, presentaciones de libros y sobre todo
bohemia. Un espacio justo a la magia de aquel lugar, Santa Clara Coatitla, pero
cerró sus puertas.
Una buena noticia quizá para todos
aquellos que tuvieron la oportunidad de estar en ese espacio de riqueza
cultural y artística, disfrutando su momento de gloria es que próximamente
abrirá sus puertas.
Para su servidor, será un espacio que
quizá visitare con la plena esperanza de que en su interior pueda encontrar un
lugar propicio donde vuelva a sentir la libertad, el aroma del café, además, de
ser un espacio en donde logre conocer a nuevos amigos, amigas y enterarme con
mayor detalle de la grandeza de uno de los pueblos mágicos de Ecatepec y que la
poesía, las exposiciones fotográficas, la música y la expresión artística siga
fluyendo como antaño, principalmente, engrandeciendo la imagen de dicha
localidad.
Espero tener la oportunidad de conocer
más sobre ese lugar y que su apertura le permita volver a renacer.
Ojala tenga la oportunidad de asistir y
descubrir si lo que cuentan de ese sitio es verdad, que la expresión, el
sentimiento, la frescura y la palabra se presenta como un néctar que cautiva
nuestros sentidos.
El Juglar, se dice que
está de regreso, no en su lugar de origen, pero si en Santa Clara.
Ahora sí, tendré la oportunidad de volver
a invitar a mi amiga a un sitio donde podamos tomar un Café juntos y poder
conversar, platicar y disfrutar de la bohemia y el esplendor artístico,
esperando que sea de su agrado.
Y como podrán observar, en esta ocasión,
logre combinar aquellos pasajes de la Cafetería de la UAM Xochimilco de hace 30
años y del El Juglar en Santa Clara Coatitla.
Quienes hayan conocido a “El Juglar”, esperaría que puedan
ofrecernos mayor información sobre aquel lugar, dejad que la pluma reviva los
recuerdos y lo redacte con plenitud, para que podamos conocer a través de la
palabra .los mágico de aquel lugar.
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