En los procesos electorales el cuidado en la
elección de quienes vigilan esos procesos, debe ser pulcro y totalmente exquisito.
Hay dos máximas que debe tenerse en cuenta y
que jamás se debe de olvidar.
La primera de ellas es lo relativo a que no se puede ser juez y parte. Es una
máxima social tan difundida que no precisa más explicaciones. Todos sabemos lo
que significa y comprendemos su relevancia.
Esta se encamina en trata de evitar que quien
tiene que resolver sobre una controversia lo haga sirviendo a sus propios
intereses despreciando los de otros, en lugar de atender a los que le exige la
justicia.
Esa sentencia tiene su origen en un aforismo
jurídico, cuyo alcance es similar al social, aunque con las precisiones que
impone el Derecho. Las resoluciones de un juez o de un órgano administrativo no
pueden contener ninguna “sospecha”, ninguna “sombra” de parcialidad, de
favoritismo, en especial que beneficie al juzgador o al órgano.
No se trata sólo de alcanzar justicia, sino
previamente de excluir dudas sobre la imparcialidad del juez, sobre la licitud
de la resolución.
El Derecho suele contemplar expresamente las incompatibilidades para ser juez cuando
se es parte. Se relacionan con cierta exhaustividad las causas que impiden a
quien tiene el poder de decidir que
lo use en su propio beneficio en
pleitos propios o en los que tiene interés
personal frente a otros. Cuando la norma prohibitiva no es lo completa que
requiere la ocasión cabe reclamar otros principios: la equidad, la
"ratio" de las normas, los principios del Derecho, la honestidad,
etc.
Cobra
aquí pleno sentido otra segunda máxima, la de que "a la mujer de Cesar no
le basta con ser honrada, sino que, además, tiene que parecerlo".
El
proceso electoral llevado a cabo en el Estado de México no cumple con la
primera regla, ni la segunda, lo cuál genera en la conciencia social que “existe
gato encerrado”, las diversas anomalías, errores de registro y sobre todo parámetros
anormales de votación en ciertos distritos electorales, provoca la sombra de
duda que tanto daño causa una resolución.
El guardián del proceso de las elecciones, ya
sea el Instituto Electoral del Estado de México y el Tribunal Estatal Electoral
del Estado de México, dieron lugar a que tomaron decisiones francamente
discutibles en el fondo y en la forma, incluso en el sentido de la distancia
con la que debería aplicarlas, la entrega precipitada de la constancia de mayoría
a Alfredo del Mazo, da lugar a que la “urgencia” con que se procedió, genera
mayor percepción de “irregularidad”.
Esto es lamentable.
Ser juez y parte en un proceso en todo
aspecto de la vida y el quehacer de impartición de justicia o de un órgano administrativo,
debe ser rechazado de manera abierta y plena, ya que la honorabilidad, probidad
y equidad estarán en juego.
Por ello, cuando el Tribunal Electoral ordena recontar los votos de apenas
556 casillas de la elección celebrada en el Estado de México con el fin de pretender
limpiar la elección, lo que realmente provoca es que la percepción de irregularidad
sigue patente ya que tal hecho no da certeza ni seguridad sobre los resultados.
Para confiar en una institución, es importante que la propia institución
muestre señales claras de veracidad y máxime cuando un proceso electoral se
encuentra afectado por diversas situaciones y circunstancias que pone en duda
la legalidad del propio proceso.
Como bien lo dice la Candidata de Morena Delfina Gómez, “La decisión del
Tribunal Electoral del Poder Judicial (TEPJF) de ordenar el recuento de votos
en 556 casillas de la elección en el Estado de México sólo es para
"aparentar que quiere limpiar la elección".
Por lo anterior, se considera que es insuficiente que la Sala Superior del
TEPJF ordene el recuento de votos únicamente en 2.98 por ciento del total de
las casillas, cuando lo más correcto para el bien de la democracia y de las propias
instituciones que velan ese interés nacional es que no exista la menor duda
sobre la veracidad de los resultados.
Con esta resolución, dada a conocer por el TEPJF, no se dará legitimidad a
quien llegue a la gubernatura, como bien lo menciona, Delfina Gómez: “porque
habrá dudas y suspicacias en torno a si hubo irregularidades en el cómputo de
los votos”.
Y el colmo de una acción precipitada que más enardece la escena del proceso
electoral es el hecho de la premura con que se entregó la constancia de mayoría
a Alfredo del Mazo y que hasta el presidente Enrique Peña Nieto lo recibiera
antes de que el Tribunal Electoral resolviera las impugnaciones presentadas por
Morena y por otros partidos políticos.
No es cuestión de limpiar la elección con medidas paliativas es cuestión de
dar certeza y honorabilidad a un proceso electoral, con el fin de que las
instituciones electorales se fortalezcan.
Por eso es importante recalcar que el
mejor juez por su casa empieza y que bajo ninguna circunstancia se puede ser
juez y parte, o se es solamente juez o se es solamente parte, pero ser las dos
cosas al mismo tiempo es inaceptable en cualquier institución pública y
privada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario