domingo, 6 de marzo de 2016

Recordando la Expropiación Petrolera. "Los mexicanos vamos a ser braceros en nuestra propia tierra": Joaquín Hernández Galicia.

Joaquin Hernández Galicia, "La Quina"
Cuenta la leyenda que en la época de López Mateos, la administración de Petróleos Mexicanos quería que el polietileno, que está dentro de las materias primas manejadas obligadamente por el gobierno, pasara a ser utilizado y controlado por la iniciativa privada. El polietileno es la materia principal de una enorme cantidad de productos. La iniciativa privada quería manejar el polietileno diciendo que químicamente no era una materia prima, sino un compuesto de varias materias primas.
En esos años, Joaquín Hernández Galicia, libra una de sus batallas por contener los intentos de la iniciativa privada para lograr que un derivado del petróleo pasará a sus manos, Este es un pequeño extracto del libro de Rafael Ramírez Heredia titulado La Otra Cara del Petróleo. Reportaje: “La Quina” y un sindicato de controversia edición de 1979, donde se da a conocer la obra de Hernández Galicia al frente del sindicato más importante de México, el cuál mantuvo su hegemonía, hasta que fue apresado por acopio de armas y homicidio calificado en la Administración de Carlos Salinas de Gortarí, siendo realmente un preso político.
Salinas de Gortari no perdonó al líder sindical sus últimas palabras al frente del gremio petrolero, "Hemos sido manejados por pura fraseología hace muchos años. Ya es tiempo de marcar nosotros el camino, como lo marca la Constitución: El estado al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio del Estado". Días después, es apresado, en una acción espectacular, como suelen hacerlo desde entonces.
Joaquín Hernández Galicia, en torno al polietileno menciona: “Buscaban que esto no fuera materia prima como es el petróleo, el crudo, para manejarla de otra manera.
Engañaron al presidente porque querían manejar el polietileno como un producto compuesto y que, además, era un producto insignificante, cuando que de ahí se sacan infinidad de cosas: techos, teléfonos, sillones, pisos, todos los materiales.
Con eso se podía ganar millones de pesos sacándole al estado el control de esa materia prima que automáticamente nos hacía caer en manos de las transnacionales.
De nada servía que tuviéramos petróleo en nuestras manos si algunos productos tan importantes como el polietileno pasaban a la iniciativa privada.
A lo mejor, con eso de nada hubiera servido la expropiación petrolera.
Por fortuna se me entendió muy bien y la Convención acordó, ya en pleno, a oponerse legalmente a que esa materia prima pasara a manos de la iniciativa privada.
Los papeles tenían ya la firma del Presidente de la República y para nosotros era un paquete muy duro, pero sin hacer escándalo, sin alborotar demasiado, sin usar la prensa, rescatamos el polietileno y a la fecha continúa en manos del gobierno.
López Mateos iba ya de salida. Los que se querían aprovechar de la situación estaban esperando el fin de ese sexenio, esperando la salida de mi amigo Adolfo, para aplicar ese acuerdo que con engaños le habían sacado. Al oponernos tan fuerte, no se atrevieron a hacerlo efectivo.
Ya cuando entró Díaz Ordaz, aquello se modificó y por fortuna no pasó a más.
Los que no pudieron sacar nada de ese asunto no se atrevieron a ofrecerme algo por mi silencio o mi disimulo. Ellos sabían muy bien cuál hubiera sido mi respuesta.
No es difícil que por todo lo ocurrido se haya generado el odio y los ataques que desde entonces sistemáticamente vengo recibiendo. Seguramente que esos negociantes quedaron resentidos y molestos porque les quité de las garras un negocio de miles de millones de pesos.
Y, además, era una maniobra que comprometía la soberanía nacional. Así hay cosas que tratan de hacer los políticos ambiciosos que no se detienen ante nada, ni siquiera cuando su patria se pone en entredicho”.
Las palabras de la Quina, retrata la ambición de empresarios y políticos en contra de la riqueza de la nación y sus deseos de lograr hacer negocio y privatizar la industria petrolera mexicana.
Los intentos fallidos, por privatizar PEMEX, ya venían de décadas pasadas y solo a partir de que este líder sindical intervino, Petróleos Mexicanos se mantuvo al servicio del pueblo mexicano, siendo impulsada la industria petroquímica por parte de Díaz Ordaz.
Sin embargo, PEMEX ya no es la sombra de lo que fue, hoy su sindicato, es sumiso a las órdenes de la iniciativa privada, poco a poco se sigue desquebrajando, sus trabajadores siguen perdiendo sus empleos, mientras que los jubilados están perdiendo esos privilegios que a través de la lucha sindical lograron obtener, perdiendo con ello su entereza y valor. En cuanto a Carlos Romero Deschamps, olvido a todos aquellos que le dieron la mano en los momentos más difíciles como trabajador de Pemex, alineándose a una política entreguista y sobre todo ignorando a la clase trabajadora de Pemex.
Joaquín Hernández Galicia, el líder sindical que dijo “no” para apoyar la candidatura de Salinas de Gortari, en las elecciones presidenciales de 1988, mantuvo su firmeza a través de los años como preso político, su delito fue defender la industria de todos los mexicanos y el pago de los traidores de la patria consistió en desacreditarlo e impedir su regreso al frente de un sindicato que perdió su entereza para convertirse en simple subordinados del sistema, que hoy están pagando caro su falta de convicción, patriotismo y espíritu de lucha.

En nuestra siguiente entrega en torno a “Recordando la Expropiación Petrolera”, daremos a conocer las acciones y logros que este líder sindical petrolero forjo a favor de los trabajadores de petróleos mexicanos.    

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