martes, 28 de marzo de 2017

El Cinismo del PRI en el Estado de México se combate con la dignidad de un pueblo en las urnas electorales.


No podemos esperar más tiempo para sacar del Estado de México aquellos grupos de poder que han causado mucho daño a la población. Un grupo de poder que se resiste a reconocer su falta de oficio político y su falta de visión social.
Ha llegado el momento de escribir una nueva historia, en donde el ciudadano mexiquense asuma la responsabilidad de redactar las primeras líneas y constituya el inicio de un nuevo capitulo donde se describa la imperiosa necesidad de promover la conformación de un Estado solidario, fraternal, vanguardista y sobre todo honesto que brinde todo su apoyo y respaldo a las clases desprotegidas de la entidad mexiquense.
Hoy más que nunca ante el bombardeo cínico de un PRI en decadencia, tratando al ciudadano como un limosnero, es necesario decir, si el PRI y los funcionarios municipales, estatales y federales les ofrecen regalos y obsequios, acéptenlo… ya sabemos que ellos son unos cínicos, pero la hora de la verdad será el día de la elección donde el pueblo mexiquense deberá demostrar en las urnas electorales, que su dignidad y su futuro no se vende, no se empeña por unos cuantos pesos y que están deseosos de una Transformación con Cambio Verdadero donde el Renacimiento del Estado de México surja de la voluntad popular y del esfuerzo y dedicación de un pueblo agraviado por pésimos gobernantes que han puesto de rodillas con su ineficiencia a millones de mexiquenses, que hoy padecen el estrago de la pobreza, la marginación y la inseguridad.
La labor desquiciada de diversos secretarios de Estado que arriban a la entidad mexiquense trayendo consigo “buenas nuevas” y “obsequios” a quienes han olvidado en décadas, es un fiel indicativo de la desesperación de un partido que sabe a ciencia cierta que se encuentra en el despeñadero.
Hoy más que nunca, el PRI esta probando el trago amargo de la indiferencia de sus votantes, pero ese nuevo PRI, que hoy Gobierna el Estado de México y la Nación, demuestra con hecho su falta de oficio político y reniega de su propia historia y sus propias instituciones que formaron en décadas anteriores, no merecen seguir gobernando esta nación.
Hablan de modernización, de grandes reformas, de grandes éxitos, que no se siente ni se palpa en los bolsillos de la ciudadanía, al contrario, los impuestos se incrementan para todos, para cubrir el boquete que ha dejado el Pacto por México, que dio lugar a que las riquezas naturales del país estén ahora concesionadas y en manos de nacionales y extranjeros.
Hoy la desesperación de los propios priistas se refleja en su rostro por la violencia, la falta de oportunidades y sobre todo de empleos, cada día se reducen los espacios de participación y los hijos de políticos y caciques son los que pretenden ocupar el poder, como si la herencia política fuera el principal aliciente para determinar quién merece los cargos políticos de dirección y de representación popular.
La juventud priista, lo sabe muy bien, lo han denunciado y expresado con plenitud sus deseos de que termine el nepotismo de unas cuantas familias, que se creen dueños de un instituto político, de un Estado o de la propia nación.
La desesperación de un grupo llamado Atlacomulco, que desea mantenerse en el poder a costa de todo, ha provocado que la ciudadanía mexiquense, despierte y muestre su hartazgo ante tal cinismo de los políticos priistas. Y la gente que habita y conoce las necesidades básicas de su localidad en el Estado de México, habrá de dignificar su espíritu en las propias urnas electorales, que su conciencia y su libertad por decidir no se compra, no se adquiere por unas cuantas monedas, porque los mexiquenses no son “judas” son un pueblo con dignidad y merecen el respeto, que hoy los funcionarios municipales, estatales y Federales les niegan por el temor a perder las elecciones del 4 de junio.

El estado de México está para que se respete, ya basta de tanto cinismo y compra de conciencias, un Gobierno que no sabe respetar la dignidad de sus habitantes, no merece estar en el poder.

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