El Partido de la Revolución Democrática, comandado por Nueva
Izquierda y Alternativa Democrática Nacional, dio a conocer con plenitud hacia
donde se encaminan en la batalla Rumbo al 7 de Junio.
El reparto de las diputaciones federales plurinominal y nominales,
marcaron la ruta que se esperaba por parte de los que en estos momentos controlan
al “Sol Azteca”.
La crisis al interior al PRD se ha agudizado más y más, la
inconformidad y el éxodo de militantes y simpatizantes hacia el Movimiento
Regeneración Nacional, vislumbra que el partido de los “Chuchos”, se quedara
sólo con el cascaron y el riesgo de su registro se acrecienta más.
“Salvase el que pueda” es el mensaje, no hay unidad, no hay
acuerdos, no hay estrategias, sólo la visión plena de que es indispensable
ocupar un espacio que sirva de salvavidas mientras se hunde el barco.
La crisis interna en el PRD, y el enorme desprestigio de su actual
dirigencia, esta encaminada a sepultar al partido que fue creado posteriormente
ante los hechos y acontecimientos del gran repunte de la izquierda mexicana
suscitado en 1988, cuando la elección presidencial se perdió ante Carlos
Salinas y el PRI, una derrota, generado por el sistema, más no respaldada por
la población, donde las sombras del fraude electoral marcaron a dicho proceso
electoral.
De aquéllos líderes históricos que conformaron la primera fuerza
de izquierda unificada nada queda, como tampoco nada de las poderosas fuerzas
políticas que lograron vencer al partido de Estado, aunque el mismo Estado haya
negado a los mexicanos la posibilidad, soberana, de elegir a sus gobernantes.
La elección de 1988, con el despertar del pueblo mexicano, fue el
punto de quiebre del sistema político mexicano.
Sin embargo, con todo y la primera elección de Estado, comenzó la
cuenta regresiva para el PRI y después de 12 años, el poderosísimo partido
oficial fundado por Plutarco Elías Calles perdía la Presidencia de la
República.
Cuauhtémoc Cárdenas y sus seguidores lograron lo que hasta ese 3
de julio de 1988 parecía imposible, generar las condiciones para que el
todopoderoso PRI, mordiera el polvo y perdiera las elecciones. Y fue en el 2000,
cuando el PAN y Vicente Fox, con la complicidad de Ernesto Zedillo, accedían a
la Presidencia de México.
En 1988, existía el espíritu en la conciencia nacional de que las
cosas deberían de cambiar en México, y ese fue el gran éxito del Frente
Democrático Nacional: Unificar a todas las fuerzas políticas de izquierda,
hartas de 60 años de PRI sin oposición y de una corrupción galopante.
Fue así como, en octubre de 1987, Cuauhtémoc Cárdenas obtuvo la
candidatura del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y,
sucesivamente, la postulación del Partido Social Demócrata, del Frente
Cardenista de Reconstrucción Nacional, del Partido Popular Socialista, del
Partido Verde y del Partido Liberal. Todas estas, aun cuando eran modestas
fuerzas políticas, crearon las condiciones adecuadas para hacer triunfar a la
izquierda mexicana.
Participó en ese intento de reconstrucción nacional el ingeniero
Heberto Castillo, legendario líder y preso político del diazordacismo de 1968
que desde el Partido Socialista Unificado de México, antecedente del Partido
Comunista Mexicano, entendió el momento histórico para ceder su candidatura
presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas. Lo mismo ocurrió con la señora Rosario
Ibarra de Piedra, quien, como candidata del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), se sumó al intento de destitución del PRI como fuerza
política única y hegemónica.
Pero a pesar de los grandes logros y avances alcanzados en 1988 y
en el transcurso de los años subsecuentes, todo ese esfuerzo de unificación se
perdió cuando los “líderes morales” y las diferentes tribus asaltaron el
partido para repartir el botín de las candidaturas como cuotas de privilegio.
Y esto es lo que en estos momentos sucede al interior del Sol
Azteca, la nueva izquierda, mejor conocida como la corriente de Los Chuchos, y
Carlos Navarrete terminaron por triturar lo que queda del PRD, el cual se
encuentra en caída libre.
Con el peso del desprestigio, y la salida de dos de sus figuras
perredistas, el PRD, al igual que el PT y el Movimiento Ciudadano, corre el
riesgo en el 2018, y tal vez en este 2015, de perder su registro si no alcanza
el 3 por ciento de la votación nacional.
Andrés Manuel López Obrador fundó un nuevo partido, bajo el lema
de Movimiento Regeneración Nacional, mientras que Cuauhtémoc Cárdenas, primer
presidente perredista, renunció al PRD.
Otras bajas que están marcando la nueva historia del PRD son la de
Alejandro Encinas, ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, el senador Mario
Delgado y otros dirigentes históricos, como Eloy Cisneros, fundador del PRD,
Saúl López y Ranferi Hernández. Asimismo, debe considerarse la situación
beligerante que se tiene con Marcelo Ebrad y Bejarano. Sin contar a las bases
que de manera paulatina se han separado de las bases perredistas y asumido los
colores y la bandera de Morena.
Al PRD le acompaña en estos momentos el desprestigio de la masacre
de Ayotzinapa, lo que ha provocado su caída en las preferencias electorales, es
predecible que llegará al sótano de las encuestas y a su inminente
desaparición, como lo confirman la pérdida de las gubernaturas de Chiapas,
Michoacán y Zacatecas. En cuanto a Guerrero y Baja California las condiciones
lucen complicadas y Morelos y Tabasco, prácticamente, se encuentran a tiro de
piedra de que sucumban ante los encantos de Morena.
El futuro inmediato del Sol Azteca, se observa de color hormiga,
el éxodo de militantes y simpatizantes que conforman la base esencial del
partido empiezan a emigrar hacia el Movimiento Regeneración Nacional, los
acuerdos que la dirigencia del PRD sigue realizando con el PAN y Nueva Alianza
y la probable alianza con el PRI en diferentes frentes de lucha electoral, han
provocado el desanimo y la confusión entre los militantes del PRD que no
alcanzan a comprender hacia donde va el PRD. Los espacios se cierran para la
militancia y los espacios se reservan a los incondicionales.
¿Que es lo que debe acontecer para que el Partido de la Revolución
Democrática pueda recuperar presencia y esencia ante la población y sus propios
militantes?.
La respuesta es muy sencilla, su DERROTA TOTAL en las próximas
elecciones del 7 de Junio, sería el único escenario político que permitiría que
el PRD renaciera de sus cenizas, provocando el debilitamiento de sus actuales
dirigentes y mostrando lo tan equivocados que se encontraban.
La derrota total del PRD, puede llevar a un punto de quiebre,
determinando el reacomodo de las cúpulas de la dirigencia del PRD, su
debilitamiento sería el punto de partida para reconstruir la esencia y
determinar las prioridades de ese instituto político Rumbo a las elecciones
2018.
Su Derrota Total, daría lugar a reconsiderar lo que se hizo y se
dejo de hacer.
Su Derrota Total, colocaría a cada quién en el lugar que le
corresponde en la historia del PRD y mostraría con crudeza a los verdaderos
culpables de la desgracia perredista.
La Derrota Total, sería el momento adecuado para renacer de las
cenizas.
La Derrota Total, sería la oportunidad de que el PRD regresará por
sus fueros e iniciará un proceso de unidad interna a favor de los que menos
tienen.
Es así que este 7 de Junio, será un momento histórico para el PRD
o la Derrota Total lo hace renovarse y regenerarse, o la victoria a secas le
provocará que se mantenga como un partido satélite del poder. Ni más ni menos.
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