martes, 23 de febrero de 2021

“Por una Transformación Legislativa, la 4T Va”.

 


El primero de julio de 2018 las y los mexicanos votaron mayoritariamente por un cambio profundo en nuestro país, el cual no se dará de la noche a la mañana, sino que exigirá un lapso acorde de tiempo que permita la transformación profunda que se requiere para generar las condiciones propicias de Bienestar y Progreso Social con Justicia.

Sin lugar a dudas, la elección del 2018, puso en la mesa de la discusión y en la consciencia del elector dos grandes opciones para la ciudadanía: si se mantenía el orden imperante de las últimas tres décadas, o si se optaba por la Transformación y el Cambio Verdadero. La ciudadanía de manera contundente, decidió por la segunda.

Es así que la Cuarta Transformación, tiene el gran reto de transformar la vida pública del país y debe hacerlo con la velocidad suficiente que permita resultados concretos a corto, mediano y largo plazo.

Hay que recordar, que en la independencia, el cambio que se llevo a cabo se cristalizo en más de dos décadas, otorgándonos un país independiente y brindándonos nuestra primera constitución. En la Reforma, otro momento histórico de importancia, fue un período de transformación social caracterizado por la transición de la estructura política de la Colonia y del Imperio, a la formación de un estado nacional basado en el orden constitucional. En la Revolución, el cambio significó el destierro de un dictador y el inicio de la construcción de instituciones en el país, abriendo paso a una Constitución de avanzada. En la 4T, en la que ahora nos encontramos, la premisa fundamental de cambio consiste en separar al poder político del poder económico, lo que significa, recuperar la rectoría del Estado y sus dimensiones sociales desmanteladas paulatinamente durante más de tres décadas de neoliberalismo en México.

La Cuarta Transformación de la República es el proyecto de país encabezado por Andrés Manuel López Obrador que ha establecido el objetivo de rescatar la autonomía del Estado, para que pueda fungir otra vez como entidad rectora en la economía, como conciliador de las clases en conflicto y como institución garante de los derechos humanos, mirando en todo momento por el bienestar de la Nación.

Hay que señalar, que en México, a partir del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) y como respuesta a la crisis fiscal del Estado del bienestar, se impuso una estrategia económica de tipo neoliberal, cuyos rasgos esenciales podrían considerarse los siguientes:

·         Se considera el libre funcionamiento del mercado como el mecanismo más eficiente para asignar los recursos productivos.

·         Se realizó una rápida e indiscriminada apertura de la economía nacional a los flujos de mercancías y capitales extranjeros.

·         Se redujo sensiblemente la participación del Estado en la actividad económica, lo cual implica el equilibrio fiscal; la eliminación de cualquier tipo de política gubernamental; la privatización de las empresas y los servicios públicos, así como la desregulación de las actividades económicas.

·         Se controló y restringió la circulación monetaria y se elevaron las tasas de interés, con el propósito de combatir la inflación.

·         Se eliminaron los subsidios al consumo y se libero los precios de todos los bienes y servicios.

·         Se propuso una "nueva cultura laboral", encaminada a flexibilizar las relaciones entre el capital y el trabajo, lo cual requirió limitar la capacidad de los sindicatos para fijar salarios y prestaciones; eliminar los contratos colectivos de trabajo; e incrementar la capacidad patronal para establecer salarios, prestaciones y condiciones laborales.

En dicho período, el régimen político se distinguió por convertir al Estado surgido de la Revolución Mexicana, en un instrumento al servicio de las minorías y en contra de las mayorías, donde los primeros en unos pocos años lograron amasar fortunas inmensas, gracias a decisiones tomadas desde el poder político, ciertamente con fuertes componentes de corrupción.

En la era neoliberal se manipularon perversamente las funciones del Estado mexicano con consecuencias sumamente graves para la Nación. En el discurso político se comenzó a llamar fomento o rescate a la transferencia de recursos del Estado hacia los sectores privado y financiero. El Fobaproa, fue un ejemplo de ello.

Por otra parte, al populismo, se le satanizo, las acciones orientadas a redistribuir la riqueza o promover el desarrollo social del país, fue condenado, desprestigiado y cuestionado.

Nadie puede negar que durante el periodo neoliberal se agudizaron problemas estructurales como la desigualdad social, la pobreza, la pérdida del valor adquisitivo de los salarios y la emigración obligada de millones de mexicanos hacia los Estados Unidos. Sin olvidar, el estancamiento económico del país, la falta de empleo y el insuficiente ingresos en las familias mexicanas.

Es cierto que hubo crecimiento y estabilidad, pero fueron incipientes que no brindaron a la población bienestar, ni progreso social.

Tampoco podemos ignorar, que el desmantelamiento del Estado social en México, instrumentado intencionalmente por la tecnocracia neoliberal, también es un factor determinante en el surgimiento de la crisis de violencia e inseguridad que aún afecta a millones de mexicanas y mexicanos, la corrupción y la impunidad fueron factores que generaron una mayor desconfianza.

Ante tal panorama, la 4T busca la instauración de una verdadera República Democrática en México, un nuevo régimen en el que el poder político sirva efectivamente para perseguir el interés común y no para preservar los privilegios de una minoría. Por ello, la 4T es, asimismo, un proyecto político reivindicatorio de grupos y actores sociales históricamente rezagados, marginados y excluidos: de los pobres, de los pueblos y comunidades indígenas, de las mujeres, de las víctimas de la violencia, de las y los jóvenes a los que les han negado oportunidades, de las personas discapacitadas, de las personas adultas mayores que no tienen acceso a una vida digna, tan solo por nombrar algunos de los sectores sociales que han sido afectados por el adelgazamiento y debilitamiento del Estado como el principal promotor del desarrollo económico, político y social de la Nación.

Pero hay que tener en cuenta, la Cuarta Transformación surge sin violencia y sin armas, es un proyecto de Nación reivindicatorio, no se busca la venganza ni la eliminación de los actores que antes excluían, al contrario se busca la unidad, la concordia, la armonía, el trabajo en equipo y el bienestar y progreso social con justicia para todos.

La 4T debe entenderse como un esfuerzo nacional para generar nuevas reglas e instituciones inclusivas e incluyentes, que generen prosperidad para todas y todos por igual. Se busca generar instituciones más inclusivas que beneficien con prontitud y de manera plena a la población en su conjunto.

Por lo anterior, una de las prioridades de la 4T consiste en fundar nuevas instituciones y reglas que den paso a una prosperidad compartida, igualitaria y plena. De ahí la importancia del Poder Legislativo como órgano de representación política que tiene la función de expedir y adecuar las normas jurídicas del país.

El papel del Poder Legislativo, está llamado a ser un actor protagónico en la refundación de la República. La recuperación democrática del Estado, transita necesariamente por la revisión constitucional y normativa de nuestro país. Una “Nueva Constitución Política Federal”, puede ser posible, si cada sector económico, político y social participe de la mano por reconstruir nuestra nación y brindar las leyes y normas que requiere la población que le permita bienestar y progreso social.

En ese sentido, la labor de las cámaras del Congreso federal, así como locales será fundamental para responder a las exigencias de la ciudadanía y construir el México que necesitamos, anhelamos y queremos.

La agenda legislativa de la 4T debe responder a las prioridades y necesidades nacionales. Nunca más una agenda impuesta por el exterior o por intereses creados, ya sea personales, de grupo, de corrientes, de asociaciones o intereses particulares. Requerimos una agenda legislativa que este encaminada a Transformar a México con cambio verdadero y dar pauta al Renacimiento de la Nación. Nunca más una agenda legislativa a modo o de moda.

Tal como lo ha dicho el Presidente Andrés Manuel López Obrador, las y los mexicanos seremos los dueños de nuestro propio destino.

Desde el Poder Legislativo, debe construirse un verdadero Estado de Derecho, que termine con la simulación y la falsa legalidad en que hemos vivido durante las últimas décadas. Hoy más que nunca, requerimos representantes populares que no solo cumplan con las funciones que les confieren, sino que tengan una comunicación y participación activa en sus distritos y generen las condiciones propicias de participación ciudadana y congresos comunitarios y ciudadanos. En torno a ese tema hablaremos en el siguiente artículo.  

 

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