miércoles, 11 de marzo de 2020

Cuando se prueba el poder, hay muchos que ya no se quieren bajar del pedestal y enloquecen.

Que tendrá las mieles del poder, que cuando es probado te enloquece, hasta creen que las normas, las leyes y los acuerdos no se aplican para su caso especial; que todo es permitido o excusado por ser quien eres.
Sin lugar a dudas, el fantasma del poder ronda a morena y sobre todos aquellos que no están aptos para resistir sus encantos y caer en un surrealismo enloquecedor.
Algunos dicen que el poder es más adictivo que las drogas y es el más peligroso, donde lo peor del ser humano, sea mujer u hombre, aparece con todo su esplendor.
Cuando el poder se convierte en el fin último de la vida, nada satisface al ser humano y se transforma en insaciable; cada vez se quiere más y se pierde el límite del precio que se paga y de las consecuencias que todo ello acarrea.
Cuando te dejas seducir por ese néctar, pierdes la concepción del valor del dinero y de los vínculos, sin que importe estar en un mundo honesto o deshonesto; puedes enloquecerte igual.
El poder es el peor consejero del ser humano, sobre todo, cuando este poder ha surgido de la nada, de manera espontanea o cuando te ha sido conferido de manera deshonesta.
Algunos le venden el alma al diablo con tal de vivir el encanto de viajes, comisiones, dinero, el dulce sabor del reconocimiento, salir en portadas de las revistas, editar sus propia hazañas, así como el de cumplir las metas por encima de todo, so pena de perder el mundo de fantasía en el que se quedaron atrapados.
No importa si hay que pagar una comisión y fomentar la corrupción; no importa si afectas a propios y extraños, ya que con el poder todo se puede hasta destruirse así mismo.
Cuando el poder, toca a tú puerta y te brinda esa vida de enormes encantos, ya nada es igual, siempre se quiere más, mientras más tienes, más deseas y menos te alcanza.
Mientras el poder siga siendo la meta máxima, seguiremos matándonos, robando, descalificando y sacrificando a todo aquel que pretenda competir o arrebatarte ese néctar.
Sin lugar a dudas, no es fácil ignorar tal nivel de seducción y no se trata de juzgar el poder; el asunto radica que el poder puede servir a la gente siempre y cuando se le brinde un sentido más humano, más cordial, más comprometido a favor de quienes menos tienen y más sufren.
El Poder enloquece a los tontos y atonta a los inteligentes, pero a los corruptos, deshonestos, delincuentes de cuello blanco, saqueadores, traidores o explotadores, los convierten en verdadero verdugos de la sociedad.

Esperamos que el poder, néctar que enloquece, se convierta en un liderazgo que se este encausado a favor de las mayorías con honestidad, con inteligencia, con sentido humano que permita la transformación de un país para el bien de todos y no solamente para unos cuantos. Ese debe ser el compromiso de quienes apuestan a la Revolución de las Conciencias y el Renacimiento de México. 

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