No todas las crisis de salud y económicas se
solucionan con medidas extremas, ni con las mismas recetas que se hayan puesto
en marcha en otras crisis, hay momentos en los cuales deben atenderse y
enfrentarse con acciones estratégicas, donde todos los sectores económicos y la
propia sociedad participen de manera conjunta y coordinada.
Sin lugar a dudas, el coronavirus es el
principal problema a corto plazo, su contención y aislamiento es prioritario;
sin embargo, las condiciones de debilidad preexistentes en la economía y las
tendencias recesivas que se estiman podrían generar un verdadero tsunami
económico que afectará a la población. Siempre y cuando las medidas que se
pretendan implementar no paralicen la dinámica y actividad económica, y si así
fuera, debe ir acompañado por acciones que sustente la economía de las
familias, las cuales se verían afectadas invariablemente.
Las medidas que se han venido instrumentando de
inyecciones millonarias y baja de tasas de interés no son suficientes. El
impacto de la pandemia está abriendo una crisis social y económica a nivel
mundial con efectos que podrían ser más graves que la recesión de 2008. Las
medidas extremas realizadas por gobiernos con el afán de contener el COVID 19,
dará lugar a efectos más desastrosos en el ámbito económico.
En el caso de México, el actuar debe ser
diferente, así como en el Estado de México, debemos responder en conformidad a
nuestros resultados de contención y prever escenarios donde esta contención se
vea rebasada.
Debemos partir de que toda acción que sea mal ejecutada
y precipitada, para contener la crisis de salud, puede derrumbar el comercio,
las cadenas de suministro, los negocios, los puestos de trabajo y el tejido
social de la población.
Las enseñanzas que no esta brindando la Pandemia
COVID 19, nos indica que muchos países están perdiendo la capacidad para
atender siquiera los casos más leves en centros de salud especializados,
derivado del incremento de los casos confirmados de coronavirus y la atención
que se brinda para responder a las enormes necesidades de las personas mayores,
que son los mas afectados.
Ni siquiera en los países más ricos, sus sistemas
de salud han logrado responder al reto, debido a la presión que son sometidos.
Los recursos en salud se han incrementado para
satisfacer las necesidades urgentes y el aumento de la demanda —ampliar la
cobertura de las pruebas de detección, reforzar las instalaciones, retribuir a
los trabajadores de la salud y garantizar la suficiencia de suministros—,
respetando plenamente los derechos humanos y evitando la desigualdad.
Los esfuerzos realizados, hasta el momento, ha
demostrado que es posible contener el virus, y es imperioso hacerlo, pero
también nos demuestra que con solidaridad y apoyo de las propias naciones es
posible emerger de situaciones difíciles.
Los Gobiernos deben dar el más firme apoyo a la
labor multilateral contra el virus, encabezada por la Organización Mundial de
la Salud.
La solidaridad mundial no es solo un imperativo
moral, debe ser un acto por el bien de todos y sobre todo primero los pobres.
Pero también, debemos tener en cuenta, los
efectos que deja la pandemia en materia económica, financiera y laboral al
momento que fue necesario asumir acciones de mayor envergadura como es cerrar
fronteras, poner en cuarentena a la población y llegar al toque de queda. Sin
lugar a dudas esas medidas extremas, trastocan la armonía y la consistencia del
núcleo de la economía real: el comercio, las cadenas de suministro, los
negocios, los puestos de trabajo. La realidad de observar y tener ciudades y
países enteros en confinamiento, demanda acciones muy concretas que permitan a
la población poder responder con vigor a la crisis.
En el caso de México, quienes pretendan marcar
su propia ruta de acciones, tarde que temprano se darán cuenta de sus graves
errores. Los gobiernos estatales deben actuar de manera conjunta no solo para
contener y enfrentar al COVID 19, sino además, propiciar que la economía no caiga
en una espiral de incertidumbre que incida negativamente en la productividad y
el empleo, sin olvidar el animo de la gente, hay que saber dar señales
positivas a la sociedad y una de ellas es la entereza que muestre sus gobiernos
en enfrentar los retos inmediatos en materia de salud y económica.
Si México, esta obteniendo resultados distintos
en su batalla contra el COVID 19, en comparación de otras naciones, debe
tenerse en cuenta para no generar condiciones que pueda impactar en la
economía. Por ello la urgencia de que nuestros esfuerzos no solo sea en la
contención del virus y disminuir los efectos en la población; además es
necesario centrarnos en el impacto social y en la respuesta de la recuperación
económicas que deban instrumentarse.
A diferencia de lo que ocurrió en la crisis
financiera de 2008, la respuesta radico en inyectar capital solamente en el sector
financiero. Esta vez no se trata de una crisis bancaria; y de hecho, los bancos
deben ser parte de la solución.
Tampoco la crisis económica se trata por la
oferta y la demanda: se trata de una conmoción para la sociedad en su conjunto.
Para el Colectivo “Carlos Montemayor” lo más
importante es que concentremos nuestros esfuerzos en la gente: los trabajadores
que perciben salarios bajos, las pequeñas y medianas empresas y los más
vulnerables, sin olvidar a la economía informal.
El Gobierno de la República Mexicana debe
considerar echar andar acciones que el Banco del Bienestar puede instrumentar,
es adelantar bajo un enfoque de apoyo y solidaridad brindar los recursos
económicos a la población que requiera créditos para subsanar y resistir los
primeros embates de una parálisis económica.
Eso significa, que se debe diseñar un programa
emergente, que permita brindar apoyo salarial, seguro y protección social, para
prevenir las quiebras y la pérdida de puestos de trabajo y exista recursos que
mantenga activa los diversos sectores de la economía.
También significa que hay que idear respuestas
fiscales y monetarias para que el peso de esta crisis no recaiga en quienes
menos recursos tienen.
La recuperación no debe darse a expensas de los
más pobres, ya que sería irresponsable que siempre los mismos paguen el precio
de las desgracias naturales o virus que se presentan de la nada.
Se tiene que hacer llegar los recursos a la
gente, tal como se esta haciendo a los adultos mayores, personas con
capacidades diferentes y jóvenes Transformando el Futuro, recursos que
permitirán solventar en primera instancia los efectos del parón económico. Pero
hay sectores que dependen de la población que no pueden olvidarse y es ahí donde
debe diseñarse acciones que permita que disponga del apoyo solidario más básico
como es alimentación.
Varios países están adoptando iniciativas de
protección social, como las transferencias en efectivo y el ingreso universal.
Tenemos que dar un paso más y asegurarnos de que
el apoyo llegue a quienes dependen totalmente de la economía informal.
Las remesas son vitales en el mundo en
desarrollo, especialmente ahora. Algunos países ya se han comprometido a
reducir las comisiones de las remesas al 3 %, muy por debajo de los niveles
medios actuales. La crisis exige que vayamos más allá y nos acerquemos lo más
posible a cero. Pero hay que decirlo con claridad, las remesas que en el 2019 recibió
México, se prevé que disminuya en este 2020, ya que las condiciones que padecen
los nacionales que se encuentran en la Unión Americana, también es complicada.
En general, es preciso que se garanticen
servicios financieros adecuados para ayudar a los países en dificultades. El
FMI, el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales tienen
un papel clave en este sentido. El sector privado es esencial para la
búsqueda de oportunidades creativas de inversión y la protección de puestos de
trabajo. Mientras que los gobiernos deben asumir su papel, sin que ello
signifique solo inyectar dinero a diestra y siniestra, activar la economía debe
realizarse con una visión social.
En estos momentos una política proteccionista no
es viable, en estos momentos es necesario derribar las barreras comerciales y
restablecer las cadenas de suministro.
Hay que redoblar esfuerzos en apoyar a las
mujeres, los niños y adultos mayores, que son los más vulnerables.
Los niños están pagando las consecuencias del COVID
19, ya que no están yendo a la escuela, que es donde muchos de ellos reciben la
única comida del día. Es necesario asegurarse de que todos los niños tengan
alimentos y acceso a la enseñanza en condiciones de igualdad, reduciendo la
brecha digital y los costos de la conectividad.
Asimismo, el hecho de que las personas tengan
que mantener las indicaciones en torno al programa de sana distancia, implica
un aislamiento, que repercute en la vida cotidiana de los niños y jóvenes,
debemos evitar que esta pandemia se convierta en una crisis de salud mental. Y
los jóvenes serán los que corran más riesgo.
Hoy más que nunca necesitamos solidaridad,
esperanza y voluntad política para superar esta crisis de manera integral.
Juntos haremos historia y juntos debemos avanzar para generar condiciones de
bienestar a la población, el COVID 19 y la crisis económica que avanza, nos
convoca a sumar esfuerzos y voluntades para responder de manera organizada a
los retos del presente y futuro.
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