Se apuesta al caos político desde diversas facetas, ya que este puede beneficiar a diferentes actores o grupos. A menudo, la meta es desestabilizar a los contrarios para obtener beneficios de poder, económicos o ideológicos, en la confusión resultante.
Diversos actores pueden apostar al caos político, con la plena convicción de lograr a través de la anarquía, lo que difícilmente pueden obtener en la democracia.
Aquellos que utilizan la desinformación, la polarización y la manipulación emocional para socavar la credibilidad de las instituciones y erosionar la confianza de los ciudadanos, se benefician de la indignación y el resentimiento, presentándose como la única alternativa en un escenario de crisis. En México existen diversos ejemplos que han provocado detener el crecimiento y desarrollo del país afectando principalmente a los que menos tienen.
Ciertos grupos buscan influir en el aparato federal, estatal o municipal para obtener beneficios concretos. Pueden usar el chantaje político, recursos económicos o el control de medios masivos para desestabilizar gobiernos y así impulsar sus propias agendas y obtener ganancias de manera ilícitas e irregulares.
En un contexto de geopolítica, hay quienes pueden buscar desestabilizar a otros países para obtener ventajas estratégicas y provocar cambios que van en contra de la independencia, soberanía y libertad de los pueblos.
Algunas corrientes políticas radicales pueden fomentar el caos para promover una agenda basada en el odio, la polarización y el quiebre de consensos democráticos, lo que no pueden lograr en las urnas, lo desean alcanzar con violencia.
Ciertos líderes pueden emplear el caos como estrategia táctica. Existen liderazgos que buscan generar caos para obtener rédito político. Al desestabilizar a sus oponentes, busca una posición más ventajosa en las negociaciones.
A veces, los medios de comunicación o periodistas pueden competir con los políticos para lograr sus propios objetivos, moldeando la opinión pública de una manera que puede exacerbar el caos. Desean que sus privilegios obtenidos a través de manera irregular no se pierdan y continúen, aunque ello signifique alterar la realidad y hacer periodismo ficción.
Busca detonar la emoción colectiva para quebrar el equilibrio de las instituciones, la confianza ciudadana y la gobernabilidad, es la apuesta de quiénes generan y motivan el caos, solo una población consciente es capaz de resistir a las tentaciones de la violencia.
Hay quienes utilizan el caos de manera intencional para gobernar o manipular el proceso político, aprovechando el desorden para consolidar su poder o desviar la atención de sus propios errores.
La desestabilización busca quebrar la confianza en el sistema, lo que puede llevar a una erosión de la democracia y a la búsqueda de líderes autoritarios que prometan "poner orden".
El caos táctico puede desorientar a los adversarios políticos, impidiendo una reacción coherente y organizada, lo que permite al actor que lo genera avanzar en sus propios intereses.
Es por lo anterior, que la Revolución de las Consciencias debe fortalecerse, para que jóvenes, adultos y adultos mayores tengan la capacidad de rechazar el caos inducido y fortalecer las instituciones. Un gobierno democrático no puede sucumbir ante la violencia, la mentira, el chantaje y el deseo de poder de unos cuantos, ya que los más afectados serán los que menos tienen, una población consciente rechaza a quienes promueven la violencia, el caos y el miedo.

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