El Zócalo capitalino recibió con gran agrado y entusiasmo a la Generación Baby Boomers, que hicieron presencia con el gran baile de danzón, realizado para celebrar la inclusión de este género como Patrimonio Inmaterial de la Ciudad de México.
La jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, declaró la práctica del danzón como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México.
Clara Brugada dedicó un saludo a las y los integrantes del presídium y a figuras emblemáticas para la tradición danzonera como Miguel Nieto, del Salón Los Ángeles, y Simón Jara, fundador del Salón Colonia.
Y agradeció a las comunidades que han preservado esta tradición en los salones de baile, así como en plazas públicas como La Ciudadela, el Kiosco Morisco, el Monumento a la Revolución y los quioscos de barrio que, por generaciones, han dado vida al danzón.
Y un gran saludo a los compañeros de la Ciudadela, gracias por la invitación al evento y ahí estuvimos presentes.
Más de 80 parejas de distintas escuelas de baile de danzón y estudiantes de plazas públicas brindaron al público un espectáculo de armonía, sincronización y grato recuerdo.
Cabe recordar, que el danzón fue muy popular en el siglo XX. Nació en Matanzas, Cuba, en 1879, cuando Miguel Failde creó la primera pieza de ese estilo.
Sus ritmos arribaron después a Veracruz y de allí a la Ciudad de México, donde se volvieron símbolo y testigo de una sociedad, que lo acogió con gran romanticismo y armonía.
Sus movimientos y musicalidad dejaron marca en la historia de la cultura mexicana, convirtiéndose en una de las más populares del siglo XX, con ritmos que dieron fama a los salones Los Ángeles, el México y Colonia, una época de oro.
En el zócalo de la capital de la República, la orquesta cubana Failde y los grupos Acerina y su Danzonera, así como la Danzonera La Playa de Gonzalo Varela, brindaron un bailongo que reunió a miles en este ritual de sensualidad en la Plaza de la Constitución.
No faltaron la presencia de pachucos con sus coloridos trajes y sombreros emplumados, dieron presencia al evento. El Danzón se resiste a caer en el olvido y toma por asalto, a pasos y pasitos, las plazas, centros de baile y parques de la Ciudad de México, donde adultos mayores, adultos y jóvenes practican y gozan este baile que refleja una parte de la historia de la capital mexicana.
Fue a las 15 horas, cuando la jefa de Gobierno capitalino, Clara Brugada Molina, otorgó el ansiado nombramiento y sobre el templete aparecieron dos figuras icónicas: María Rojo, actriz que en el cine mostró las formas y fondos del danzón, y la cantante cubana Omara Portuondo, ambas muy aplaudidas por el público.
Enseguida, bailarines de varias escuelas, la mayoría adultos mayores, colorearon con sus vestimentas el Zócalo. La plaza se transformó en un manto de paz, amor, calor, ritmo y luz.
Ni el sol abrasador ni el calor inclemente detuvieron la fiesta. Los floreos, laterales y columpios llenaron cada cuadro de la plancha para volverse universos llenos de sensualidad.
El vuelo de miles de vestidos largos, giraban los sombreros y las suelas de zapatos se desgastaron bajo los ritmos cubanos.
Con las manos en las caderas y las miradas fijas en los ojos, las parejas volvieron a enamorarse con gozo.
Desde niños, jóvenes y adultos de la tercera edad, gozaron con pasión, se dejaron llevar por la música. La violencia de un día antes se sustituyó por besos, caricias, sensualidad y amor.
Y no falto la solicitud de complacencia, “Danzón dedicado a la Paz, la armonía y el humanismo mexicano”.




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