viernes, 13 de octubre de 2017

Lo que el viento se llevo, con el TLC y lo que se va llevar sin el.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), se encuentra a punto de sucumbir y quedar en la historia como un instrumento que simplemente no contribuyo a que tres países lograran avanzar en su crecimiento y desarrollo económico, social y humano. Fue un tratado que promovió, impulso, fortaleció a diversas transnacionales, pero definitivamente afecto en demasía a la clase trabajadora por esa labor que ha caracterizado a los gobiernos de sobre explotar sus recursos humanos a costa de las ganancias de unas cuantas empresas.
La Administración de Trump, pone en la mesa de renegociación del TLC fecha de caducidad de cinco años si los tres países firmantes (México, Canadá y los propios Estados Unidos) no acuerdan lo contrario durante ese periodo.
Pero la realidad de las cosas, es que para Estados Unidos y Canadá, México esta siendo desleal en cuanto a seguir explotando y pagando salarios de miseria a sus trabajadores nacionales, con tal de disminuir los costos y hacer más atractivo la inversión para diversas empresas manufactureras, entre ellas la automotriz.
Este simple hecho, contraviene con una competencia leal y de acuerdos concretos que impacta, en los trabajadores estadounidenses que son ignorados por la industria automotriz al no querer pagar salarios justos a los obreros calificados de la Unión americana, en virtud que en territorio mexicano, el bajo costo de la mano de obra le es más atractivo.
La economía de México ha crecido un promedio de solo 2,5 por ciento al año con el TLCAN, una fracción de lo que se necesitaba para proporcionar los empleos y la prosperidad prometida por sus impulsores. Más de la mitad de los mexicanos todavía viven por debajo de la línea de pobreza, una proporción que permanece sin cambios desde 1993, antes de que el acuerdo entrara en vigor.
Los salarios mexicanos se han estancado por más de una década, y persiste la gran brecha entre ricos y pobres. La mayoría de los trabajadores tienen empleos ilegales en talleres, mercados y granjas para poder sobrevivir.
Ante la posibilidad de que el TLC simplemente se descarrile, esto esta afectando al peso mexicano, el cuál cerró la sesión con una depreciación del 0,85% frente al dólar, lo que le convierte en la moneda emergente más golpeada este jueves.
Cabe recordar, que en décadas pasadas existía la esperanza de poder imitar el éxito de los Tigres de Asia Oriental, países como Corea del Sur, Singapur o Taiwán que utilizaron el libre comercio como catalizador para modernizar y reformar la economía a través de las exportaciones.
Pero el TLCAN no ha logrado tal efecto en México, al contrario se ha estancado. Los expertos mencionan que gran parte del error fue la creencia del gobierno mexicano de que el acuerdo sería suficiente para transformar la economía. Pero que equivocados han estado, la verdadera causa del desastre se deriva en la Corrupción, la falta de inversiones en investigación y desarrollo, desde el 2005, se establecía la necesidad de dirigir por lo menos el 1 por ciento del Producto Interno Bruto a Ciencia y Tecnología y han pasado 12 años, y todavía lo que la Ley marca se puede cumplir.
Los gastos gubernamentales en infraestructura han caído a su nivel más bajo en siete décadas, y en este sexenio se pretendió avanzar con rumbo, pero se perdió en las primeras de cambio.
La regulación y la corrupción ahogaron la inversión, mientras que los bancos prestaron mucho menos que sus pares latinoamericanos ocasionando que las pequeñas empresas lucharan por los créditos y su supervivencia.
Incluso donde el TLCAN ha tenido éxito, no ha logrado incrementar los salarios ni crear los trabajos necesarios.
En cuanto a la afectación que se tendría si el TLC, ya no se mantiene, en el Estado de México, afectaría el acero, plástico, hule, telas, pinturas y vidrio, debiendo los empresarios buscar nuevas alternativas que permitan diversificar la actividad comercial, no solo es abrir nuevas rutas de libre comercio, sino los costos que se generarían en cuanto a su exportación.
Los proveedores de la industria automotriz se verían afectados ya que las empresas dedicadas a autopartes que hacen frenos, equipo electrónico y eléctrico, amortiguadores, filtros y demás componentes, estarían pasando factura.
Ante un escenario de riesgo, las empresas ya no alcanzarían los niveles de rentabilidad por el tipo de producto que maneja o por su propia ubicación; ello ocasionará que se comprometa su viabilidad, que tarde o temprano, también repercutirá en el pago de impuestos, en la inversión y por ende en los empleos.
Otro sector que se vería afectado es el agrícola, pues al cambiar las reglas del juego comercial, por un lado habría exceso de algunos productos producidos en México como el frijol, brócoli, espárragos, tomate, caña de azúcar o aguacate, entre otros, ocasionando que se desplomen sus precios, mientras los productos que importamos como maíz y sus derivados, soya, trigo o leche, se encarecerían por el efecto de los impuestos, ello sería altamente inflacionario y golpearía principalmente a las familias con menos recursos.
Encontrar rápidamente soluciones para evitar los trastornos económicos, no es cosa fácil, generándose una burbuja inflacionaria que puede repercutir en el 2018.
Por lo anterior, la tarea inmediata que debe tenerse en cuenta, es que es indispensable diversificar la actividad comercial, industrial y de servicios y sobre todo, no depender laboral, económica y fiscalmente de dos o tres ramas como la petrolera o automotriz, y mirar más allá de nuestras fronteras y nuestro continente, para saber que es lo que podemos ofrecer a los países de Asía y Europa, sin olvidar centro América y Suramérica.

Pero bueno, los empresarios e industriales del Valle de México y del Valle de Toluca, tendrán que estar atentos a lo que sucede con el TLC en los próximos días y meses.

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