El Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLC), se encuentra a punto de sucumbir
y quedar en la historia como un instrumento que simplemente no contribuyo a que
tres países lograran avanzar en su crecimiento y desarrollo económico, social y
humano. Fue un tratado que promovió, impulso, fortaleció a diversas transnacionales,
pero definitivamente afecto en demasía a la clase trabajadora por esa labor que
ha caracterizado a los gobiernos de sobre explotar sus recursos humanos a costa
de las ganancias de unas cuantas empresas.
La
Administración de Trump, pone en la mesa de renegociación del TLC fecha de
caducidad de cinco años si los tres países firmantes (México, Canadá y los propios
Estados Unidos) no acuerdan lo contrario durante ese periodo.
Pero la
realidad de las cosas, es que para Estados Unidos y Canadá, México esta siendo
desleal en cuanto a seguir explotando y pagando salarios de miseria a sus
trabajadores nacionales, con tal de disminuir los costos y hacer más atractivo
la inversión para diversas empresas manufactureras, entre ellas la automotriz.
Este
simple hecho, contraviene con una competencia leal y de acuerdos concretos que
impacta, en los trabajadores estadounidenses que son ignorados por la industria
automotriz al no querer pagar salarios justos a los obreros calificados de la
Unión americana, en virtud que en territorio mexicano, el bajo costo de la mano
de obra le es más atractivo.
La
economía de México ha crecido un promedio de solo 2,5 por ciento al año con el
TLCAN, una fracción de lo que se necesitaba para proporcionar los empleos y la
prosperidad prometida por sus impulsores. Más de la mitad de los mexicanos
todavía viven por debajo de la línea de pobreza, una proporción que permanece
sin cambios desde 1993, antes de que el acuerdo entrara en vigor.
Los
salarios mexicanos se han estancado por más de una década, y persiste la gran
brecha entre ricos y pobres. La mayoría de los trabajadores tienen empleos
ilegales en talleres, mercados y granjas para poder sobrevivir.
Ante la
posibilidad de que el TLC simplemente se descarrile, esto esta afectando al
peso mexicano, el cuál cerró la sesión con una depreciación del 0,85% frente al
dólar, lo que le convierte en la moneda emergente más golpeada este jueves.
Cabe
recordar, que en décadas pasadas existía la esperanza de poder imitar el éxito
de los Tigres de Asia Oriental, países como Corea del Sur, Singapur o Taiwán
que utilizaron el libre comercio como catalizador para modernizar y reformar la
economía a través de las exportaciones.
Pero el
TLCAN no ha logrado tal efecto en México, al contrario se ha estancado. Los
expertos mencionan que gran parte del error fue la creencia del gobierno
mexicano de que el acuerdo sería suficiente para transformar la economía. Pero
que equivocados han estado, la verdadera causa del desastre se deriva en la Corrupción,
la falta de inversiones en investigación y desarrollo, desde el 2005, se
establecía la necesidad de dirigir por lo menos el 1 por ciento del Producto
Interno Bruto a Ciencia y Tecnología y han pasado 12 años, y todavía lo que la
Ley marca se puede cumplir.
Los
gastos gubernamentales en infraestructura han caído a su nivel más bajo en
siete décadas, y en este sexenio se pretendió avanzar con rumbo, pero se perdió
en las primeras de cambio.
La
regulación y la corrupción ahogaron la inversión, mientras que los bancos
prestaron mucho menos que sus pares latinoamericanos ocasionando que las
pequeñas empresas lucharan por los créditos y su supervivencia.
Incluso
donde el TLCAN ha tenido éxito, no ha logrado incrementar los salarios ni crear
los trabajos necesarios.
En
cuanto a la afectación que se tendría si el TLC, ya no se mantiene, en el
Estado de México, afectaría el acero, plástico, hule, telas, pinturas y vidrio,
debiendo los empresarios buscar nuevas alternativas que permitan
diversificar la actividad comercial, no solo es abrir nuevas rutas de libre
comercio, sino los costos que se generarían en cuanto a su exportación.
Los
proveedores de la industria automotriz se verían afectados ya que las empresas dedicadas
a autopartes que hacen frenos, equipo electrónico y eléctrico, amortiguadores,
filtros y demás componentes, estarían pasando factura.
Ante un
escenario de riesgo, las empresas ya no alcanzarían los niveles de rentabilidad
por el tipo de producto que maneja o por su propia ubicación; ello ocasionará
que se comprometa su viabilidad, que tarde o temprano, también
repercutirá en el pago de impuestos, en la inversión y por ende en los empleos.
Otro
sector que se vería afectado es el agrícola, pues al cambiar las reglas del
juego comercial, por un lado habría exceso de algunos productos producidos en México
como el frijol, brócoli, espárragos, tomate, caña de azúcar o aguacate, entre
otros, ocasionando que se desplomen sus precios, mientras los productos que
importamos como maíz y sus derivados, soya, trigo o leche, se encarecerían por
el efecto de los impuestos, ello sería altamente inflacionario y golpearía
principalmente a las familias con menos recursos.
Encontrar
rápidamente soluciones para evitar los trastornos económicos, no es cosa fácil,
generándose una burbuja inflacionaria que puede repercutir en el 2018.
Por lo
anterior, la tarea inmediata que debe tenerse en cuenta, es que es
indispensable diversificar la actividad comercial, industrial y de servicios y
sobre todo, no depender laboral, económica y fiscalmente de dos o tres ramas
como la petrolera o automotriz, y mirar más allá de nuestras fronteras y
nuestro continente, para saber que es lo que podemos ofrecer a los países de
Asía y Europa, sin olvidar centro América y Suramérica.
Pero
bueno, los empresarios e industriales del Valle de México y del Valle de
Toluca, tendrán que estar atentos a lo que sucede con el TLC en los próximos
días y meses.
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