viernes, 24 de julio de 2015

Nos han convertido en cínicos y deshonestos la clase política y privada del país.

Lo acontecido en el partido de futbol de la Copa de Oro, nos demuestra una vez más, que México sigue avanzando de manera plena a una descomposición humana de graves consecuencias, los valores, la ética y la dignidad se siguen diluyendo, convirtiéndonos en personas cínicas y deshonestas.
Escuchar las palabras de un Miguel Herrera, ““sí fue penal... pero yo no robé”, no justifica el hecho de perder la dignidad y la vergüenza ante un acto de injusticia monumental.
Hoy más que nunca, México requiere con urgencias ciudadanos, deportistas, profesionistas, empresarios, académicos, especialistas, hombres y mujeres que apuesten de manera clara y contundente a rescatar los valores esenciales de humildad, honestidad y justicia.
Hace aproximadamente un año, la indignación de Miguel Herrera y de todo México, se expresó en una frase “No Fue Penal”, hoy la oportunidad de barrer y destrozar la impunidad y los desagravios del pasado se presentaban en una justa dimensión. México, se le concedía el momento preciso de decir a todo el mundo a través de un balón que hacer ante un acto desleal, deshonesto, impuro… Sin embargo, nadie, absolutamente nadie, actuó de manera honrosa y consumo la tragedia para un grupo de guerreros panameños que lloraron el robo monumental visto por millones de mexicanos que en gran mayoría festejaron el hurto, mientras que otros simplemente desaprobaron la forma tan burda y desleal de lograr trascender.
Este es el México de hoy, que está acostumbrado a ganar mediante triquiñuelas, robos, asaltos, trampa, soborno, deshonestidad. Quienes festejaron ese triunfo, festejan que México siga viviendo en una espiral de violencia, de corrupción de trampa.
Quienes nos indignamos y exclamamos de manera abierta y clara, nuestra falta de honor y vergüenza, expresamos que ha llegado el momento de rescatar a los hombres y mujeres de esa barbarie cultural que nos han sumergido la clase política y privada del país, donde el negocio, el fraude y la corrupción son los principios esenciales que marcan a todos aquellos que buscan superarse por las buenas o por las malas.
México, tuvo en los pies del verdugo, la oportunidad de ser Grande, de ser un ejemplo a seguir, tirando por la borda el regalo no merecido, pero tiro por la borda esa oportunidad de trascender de manera justa. Sin embargo, no fue así, se consumó el horror de ver que el verdugo acuchillaba al rival, dejándolo tendido en el camino.
El penal regalado a México por parte del árbitro Mark Geiger nos ubica frente a una realidad que hemos vivido, donde el fraude electoral de 1988 y el del 2006, marcaron los corazones de millones de mexicanos, impactando en la voluntad y el sentimiento de todos aquellos que salieron a las urnas con el pleno fin de transformar al país. Un país que sigue cayéndose a pedazos, debido principalmente a que siguen persistiendo esa clase política y privada deshonesta y desleal que lo único que les interesa es el negocio, el dinero y los privilegios, provocando la corrupción y comprando voluntades.

Perdimos la oportunidad de ser dignos y ahora a nivel mundial nos conocen como cínicos y deshonestos incapaces de revertir esa tendencia. Y esa oportunidad se tuvo en los pies de Guardado, pero el verdugo decidió sacrificar a los panameños que sacrificarse él en nombre de la honestidad.

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