No hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante, y así sucede con el todo poderoso PRI, que se encuentra en un estado de descomposición irreversible y se prevé su desaparición en la escena política.
Hoy el Revolucionario Institucional, ya ni es revolucionario y tampoco institucional, su caída en los años recientes, son muestra clara de que su propia dirigencia e intereses particulares y de grupo, han provocado la huída de sus militantes y simpatizantes, que observan con tristeza como el tricolor, ha perdido principios, valores, ética y sobre todo su historia, que hoy escribe y describe momentos tan vergonzosos de decadencia.
Así le ocurrió al PRD, el cual, en menos de 10 años, se desfondo al perder identidad, principios y un programa de acción de izquierda. Su sumisión ante la derecha en el 2018 y posteriormente, ante el priianismo, fueron causa exponencial a su desaparición. El movimiento regeneración absorbió en primera instancia a los militantes y simpatizantes, que veían con preocupación que el sol azteca se alejaba de la gente, que defendía reformas que se dirigían en apoyar a empresarios nacionales y extranjeros, la iniciativa privada, la corrupción y cambios estructurales que afectaban a la población.
El priismo, se encamina a aferrarse a una balsa de salvación llamada sociedad civil priianista, conformada y fortalecida por los gobiernos de Calderón y Peña Nieto, que buscan mantener sus privilegios y obtener recursos federales, para desarrollar sus actividades, bloqueando toda acción del Gobierno Federal actual. Una sociedad civil sin identidad, pero si de intereses.
El Revolucionario Institucional se encuentra en agonía, el pretender cambiar de colores, logotipo y principios, es prácticamente, desconocer su historia. El mantener a su verdugo, lo que implica una descomposición profunda.
El PRI esta a la deriva, tal como estuvo el PRD y el resultado posible que habrá de presentarse es su desaparición ya que, al cambiar de nombre, colores e imagen, el PRI no se transforma, simplemente, desaparece.
Sin embargo, la militancia y simpatizantes que aún cuenta está en resistencia, pretendiendo dar un cambio de timón y regresar a su origen, recomponer el camino y avanzar en su recomposición.
La militancia priista sigue viva y con la plena intensión de un cambio total, veremos si los dejan o la propia dirigencia, tal como aconteció con el PRD, le da la estocada final al Revolucionario Institucional.
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