martes, 3 de septiembre de 2024

Inaceptable que el Poder Judicial obstruya y tome la sede del Poder Legislativo, la sinrazón de unos cuantos será aplastada por la razón de las mayorías.

 


La Reforma al Poder Judicial, la manzana de los privilegios, influyentismo y la corrupción, es el motivo de que una parte del Poder Judicial se radicalice buscando a toda costa obstaculizar la voluntad del pueblo. 

Cerrar y obstaculizar el ingreso a la Cámara de Diputados provocando que los trabajos legislativos se trasladarán a una sede externa, no espanta a nadie y lo que verdaderamente es preocupante es que un poder tome la sede, de otro poder, es un verdadero atentado a la constitución, quienes promueven tales acciones saben a ciencia cierta que los privilegios, la corrupción, influyentismo, nepotismo, amiguismo y compadrazgo que prevalece en ese poder que obstaculiza el trabajo del poder legislativo ha perdido el concepto de justicia. 

Pero a pesar de las acciones que la oposición y el Poder Judicial realizan para evitar lo inevitable, exhibe mayores justificantes para que se acelere la transformación del Poder Judicial, que muestra con hechos su descomposición y su gran temor a perder todo aquello que el neoliberalismo le había permitido hacer y deshacer.  

El Poder Judicial y sus privilegios ponen al PRI, PAN y MC en un escenario político que los coloca en vías de la desaparición, ya que el pueblo de México hará valer su voto en el 2027 y dará la última palabra, ante la arrogancia y el poco valor político que representa la oposición que en nada ayuda a transformar al país en un ambiente de paz y armonía. 

La intromisión del Poder Judicial en los trabajos del Poder Legislativo no puede ignorarse, habrá que tomar cartas en el asunto. La violación de la constitución de aquellos que tienen que respetarla y velar por su cumplimiento irrestricto, es imperdonable, no puede haber justicia, ni mucho menos impartir justicia a modo o por moda. 

Quienes hoy han creado una crisis entre poderes deben ser llamados a cuenta y por el bien de la propia justicia. 

Nadie por encima de la ley, ni mucho aquellos que imparten justicia, quienes deben ser los primeros en respetarla y acatarla. No se puede ser juez y parte; sin embargo, lo han hecho. 

En México, el pueblo es el que manda y el pueblo emitió de manera plena el 2 de junio su deseo de transformar al Poder Judicial. 

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