domingo, 11 de agosto de 2024

Quién no aprende de las derrotas, está condenado a desaparecer, la oposición transita por un camino irreversible.

 


La derrota o la victoria es ineludible e inevitable en cualquier actividad individual, social, política y profesional. No se puede negar ni escapar. Nadie es inmune a ello. No importa lo bueno que sea en su actividad o área de especialización, no hay garantía o inmunidad, todas y todos nos encontramos al final de cuentas entre el éxito o fracaso. 

El fracaso o la derrota, es el sabor amargo, es la decepción, es una frustración que experimenta las personas cuando el resultado no les favorece y para un gran número de ciudadanos, personas o gentes, la derrota es difícil de digerir, soportar y asimilar. En palabras sencillas, el fracaso es el escenario que nadie desea tener. Te aplasta, te lastima profundamente y deja tu ego tan herido que entras en una depresión emocional, si no estas listo a lidear con la derrota. No hay sentimiento peor que haber tocado fondo.  

El fracaso es parte de la vida, al igual que el éxito, el cual es la otra parte de la moneda, donde la satisfacción, la alegría, el sabor a miel de la victoria fortalece el espíritu y genera una sensación de placer y gozo.  

Es imposible vivir sin fallar o acertar, lo fundamental radica el saber asimilar la derrota y el éxito, así como aprender de cada uno de ellos. 

Es aquí donde la reflexión, el análisis y la compresión del resultado es fundamental, solo quienes saben convivir con el éxito y el fracaso serán capaces de afrontar con carácter dos momentos tan opuestos como es la derrota y el triunfo. 

La oposición acostumbrada al influyentismo, los privilegios, al amiguismo, al compadrazgo, el torcer la ley a su favor y la corrupción, navega en el fracaso ante una competencia leal, franca, honesta, caballerosa, debido a que por mucho tiempo han sido incapaces de brillar con luz propia y solo a través de manera artificial y dependiente. 

Después de la elección del 2 de junio, no alcanzan a comprender la derrota obtenida en la gran mayoría de los distritos electorales, sus votos a favor de sus candidatos fueron insuficientes para detener el Plan C, el cual arriba fortalecido para transformar al país con mayoría calificada. Ante la decepcionante derrota recibida por la oposición, llámese PRI, PAN, PRD y Sociedad Civil prianista, solo les queda pelear los espacios plurinominales, concentrando su batalla en obtener espacios representativos a través de medidas leguyeras y sin sentido, ya que por la vía del voto fueron incapaces de obtener resultados positivos.  

La marea rosa, que toma tintes de ser más amarrillo con personajes que desaparecieron al PRD, se encamina al fracaso, ya que no tienen proyecto y lo único que buscan es que sus privilegios no sean tocados, que continue la corrupción, el influyentismo, el amiguismo, el compadrazgo y favoritismo, elementos básicos de su grandeza que añoran que no desaparezca con la cuarta transformación. 

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